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Colombia es uno de los países del mundo con mayor riqueza de recursos naturales. Posee el 10 por ciento de la flora y fauna mundiales, el 20 por ciento de las especies de aves del planeta, una tercera parte de las especies de primates de América tropical, más de 56.000 especies de plantas fanerógamas registradas y cerca de mil ríos permanentes.

Somos el primer país con mayor diversidad de aves, el cuarto en mamíferos, el tercero en reptiles, el segundo en anfibios y quizás el primero en insectos. Infortunadamente esta riqueza conocida como biodiversidad se está perdiendo a causa de la intervención humana sobre los ecosistemas, poniendo en peligro de extinción a muchas especies, siendo uno de los 125 países del mundo donde más se trafica con fauna silvestre y anualmente se talan miles de hectáreas de bosque nativo, lugar en el cual habita toda esta riqueza faunística.

En la actualidad los animales silvestres son traficados por su piel, su carne, sus huevos, algunos son vendidos a laboratorios científicos como animales de pruebas, a hogares donde son mantenidos en cautiverio como mascotas, entre otros fines. Anualmente miles de especímenes silvestres son víctimas de este delito en Colombia, para ser vendidos tanto a nivel nacional como internacional.

Hoy existe un fuerte argumento para afirmar que este daño ecológico está relacionado con el daño económico y estructural impuesto a los estados en vías de desarrollo. Muchas economías emergentes se basan en la exportación de materias primas, y en numerosas ocasiones, la riqueza natural mal gestionada es consecuencia de un mal gobierno, la corrupción o incluso los conflictos violentos. 

De acuerdo con datos del Ministerio de Ambiente y del Instituto Humboldt, los reptiles, las aves y los mamíferos son el grupo más afectado por el tráfico ilegal en el país y en la mayoría de los casos lo que más se comercializa es su piel, plumas, carne y huevos. 

Las Corporaciones Autónomas Regionales reportaron 211.571 animales vivos decomisados por tráfico ilegal en un período de 4 años, (2009-2012). Sin embargo, se cree que esta cifra podría haber aumentado a un total de 224.000 decomisos en el mismo período. Cerca del 60% de estos reportes se dieron en el Eje Cafetero y en la región Caribe, donde se presenta una mayor concentración de reptiles decomisados, entre ellos la tortuga hicotea, una de las especies más atacadas por los traficantes de fauna.

Otras de las especies más vulneradas son el terecay y la charapa, que se convierten en las más traficadas ya sea para comercialización o uso de sus huevos y carne. El Titi gris y el caimán son las otras dos especies que han presentado mayor reporte. No obstante se hace claridad en que aunque los reptiles presentan mayor número de decomisos estos se presentan en una alta tendencia en tres especies: la Hicotea, la Babilla y la Iguana Verde, mientras que en las aves y los mamíferos los decomisos se distribuyen en un amplio número de especies diferentes.

El 35 por ciento de las especies reportadas están incluidas en los apéndices de la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), ya sea por el riesgo de extinción o como una medida para proteger dichas especies ante la percepción de ser bienes comercializables por parte de las personas.

No obstante, el país tiene en total 4.812 especies registradas en la Cites, de éstas 4.146 son de flora y 666 de fauna. Otras especies que sufren por el tráfico son la tortuga, el caimán, la iguana verde, el perico común, la ardilla de cola roja y el armadillo.

Dentro de las medidas de conservación y protección adoptadas por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible se destaca la educación ambiental para los lugareños, la búsqueda de repoblamiento, y el desarrollo de programas de liberación y reubicación de las especies.