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El agua invisible del Valle de Aburrá: una alternativa por conservar


Bajo nuestros pies hay una valiosa reserva de agua que podría abastecer a algunas zonas del Valle en tiempos de escasez. Con estudios técnicos, la operación de la red de monitoreo, la implementación de planes de manejo, la promoción de formas de construcción sostenible y velando por su uso adecuado, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá busca conservar este recurso.

El valle de Aburrá, además de su río, cuya agua no consumimos, y de sus más de 240 quebradas -afluentes directos-, que en su mayoría tampoco son aptas para consumo humano, cuenta con una fuente de agua invisible y muy valiosa llamada aguas subterráneas. Estas no son las que corren por las tuberías del alcantarillado ni las que salen de nuestras casas cuando vaciamos el baño, nos bañamos o lavamos los platos, se trata de agua lluvia que queda almacenada en el subsuelo, gracias a la absorción que la superficie terrestre hace en espacios no impermeabilizados por las construcciones humanas, es decir las zonas verdes tanto del área urbana como de la rural.

En nuestro territorio de competencia contamos con siete áreas protegidas que son: el Área de Recreación Parque Ecológico Cerro Nutibara, el Área de Recreación Cerro La Asomadera, el Área de Recreación Piamonte, el Parque  Natural Regional Metropolitano Cerro El Volador, el  Área de Recreación Humedal Ditaires, el Área de Recreación El Trianon-La Heliodora y  el Área Protegida de Distrito de Manejo Integrado Quitasol-​​La Holanda, su conservación contribuyen al almacenamiento de agua en los acuíferos.

Según el Instituto Hidrológico del Estado de San Petersburgo, el agua subterránea corresponde al 96.1% del agua dulce líquida del planeta, y, en Colombia, según el Atlas de aguas subterráneas​  de 2004, aproximadamente el 75% del territorio presenta condiciones favorables para el almacenamiento de este recurso. Actualmente, este tema se ha estudiado en el país en 27 de los 32 departamentos del territorio nacional, mediante el diagnóstico realizado para la formulación de la Política Nacional de Gestión Integral del Recurso Hídrico​ (2010-2022).

La región Andina, que es donde se concentra la mayor parte de habitantes del país y donde está ubicado el Valle de Aburrá,  cuenta con recursos y reservas de agua subterránea equivalentes al 12,5% del área total cubierta por cuencas hidrogeológicas con posibilidades de aprovechamiento nacional, según el Ministerio de Ambiente​

“Vivimos en un país que está dividido en cinco cuencas. Decimos que somos un país rico en agua, sí, pero mal distribuido, porque la cuenca del Magdalena-Cauca representa en un año promedio, el 12,5% del agua disponible en el país, pero en esa zona se concentra el 68% de la población en Colombia, nosotros estamos dentro de esa cuenca. Esto implica un estrés hídrico debido a una gran competencia por el recurso disponible, porque  en este 24% de la superficie del país se concentra el 68% de la población, ahí hay un problema de distribución, en esa misma región se produce el 70% de la energía de Colombia, y  gran parte de esta se produce mediante fuentes hidroeléctricas. Entonces no solo usamos el agua para la naturaleza, para los cultivos y la ciudad, sino también para producir energía”, explica el arquitecto urbanista, Juan Camilo Isaza, de la Unidad de Gestión Ambiental del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA).​

 

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Es por eso, que, con el fin de preservar este recurso, el equipo del Manejo Inteligente del Recurso Hídrico del AMVA, desde el 2001 viene realizando estudios para conocer mejor la dinámica de las aguas subterráneas en nuestro territorio, en este proceso, para el 2010 en el marco de su apuesta de monitoreo ambiental Red Río, que existe desde 2003, integró y desarrolló la red de monitoreo de aguas subterráneas, para así ampliar  su  conocimiento acerca del comportamiento, origen y evolución de esta reserva, que son los acuíferos, además de aportar información valiosa para la toma oportuna de decisiones relacionadas con el manejo de este recurso. Actualmente, la red está conformada por 119 puntos de agua: 76 aljibes, 14 pozos, 11 piezómetros, 8 manantiales, 5 totalizadores de agua lluvia y 5 puntos de agua superficial, de ella se desprenden cuatro subredes que son: la red de monitoreo piezométrico, la red de monitoreo de calidad, la red de monitoreo hidrogeoquímico, y la red de monitoreo isotópica.​​​​​


El agua que consumimos no es de nuestro territorio

¿Por qué preocuparnos más por esta fuente de agua si aún cuando abrimos el grifo más cercano sale agua? Pues bien, algo que debemos tener presente como habitantes del Valle de Aburrá es que el agua que consumimos, en su mayoría, no pertenece a nuestro territorio, la traemos de sectores aledaños en complejas y extensas redes de tubería hasta las 13 plantas de tratamiento de potabilización que  Empresas Públicas de Medellín (EPM) tiene en todo el territorio: Caldas, San Antonio de Prado, Aguas Frías, San Cristóbal, La Ayurá, La Cascada, La Montaña, Villa Hermosa, Manantiales, Barbosa, Palmitas, San Nicolás y Rionegro. 

Aproximadamente el 96% del agua que se consume en Medellín y su Valle de Aburrá proviene de la planta de potabilización de Manantiales, ubicada entre Bello y Copacabana, con agua que viene originalmente desde el Embalse de Riogrande II que se abastece, además del Río Chico que nace en el Páramo de Santa Inés o Belmira, como comúnmente es conocido, del Rio Grande y de la Quebrada Las Ánimas; también se destaca la planta Ayurá, que se abastece de los ríos Buey, Piedras y Pantanillo y de las quebradas Las Palmas, Potreros y Espíritu Santo que son abastecedores del embalse La Fe, ubicada en el oriente antioqueño , y por último está la planta de Villa Hermosa donde se trata el agua procedente del Embalse Piedras Blancas, ubicada en el oriente de la ciudad en el corregimiento Santa Elena.Ya sabemos de dónde procede la mayoría del agua que abastece la zona urbana del Valle de Aburrá, ahora volquemos la mirada a nuestros propios afluentes de agua superficial: nuestro Río Aburrá-Medellín y las más de 240 quebradas que desembocan en este, en su mayoría ¡están contaminadas! y por ende no son aptas para nuestro consumo. Es posible que percibamos, casi siempre, estos afluentes como una amenaza a nuestra ya establecida vida citadina, rutinaria e industrial, o tal vez que olvidemos por un momento que están ahí; a veces se convierten en vertederos de basura y de grandes desechos electrónicos o decorativos, como un basurero en movimiento que “mágicamente” desaparece lo vertido.

“Nosotros dependemos de cuencas externas. Pero, yo creo que la cuenca del Río Aburrá sí puede abastecer enteramente las demandas de la ciudad, el problema es que nuestro Río no es una fuente de agua, es una alcantarilla de agua, entonces el río, que para nosotros debería ser la fuente estratégica de agua para poder abastecer la ciudad es básicamente donde echamos todos esos residuos para que se los lleve ‘rápido’.  Afortunadamente ya existen las plantas de tratamiento que son únicas y pioneras en el país, porque ninguna otra ciudad en Colombia tiene dos plantas de tratamiento de aguas residuales: la de San Fernando y la de Aguas Claras que mantenga en equilibrio el porcentaje de contaminación que cae finalmente al Río”, explica el experto Isaza.​​​ 


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Hasta este punto sabemos que, aunque estamos rodeados de agua, el uso que le hemos dado a esta impide su consumo y afecta la fauna y flora propia de estos ecosistemas. Ahora pensemos y si alguno de los territorios aledaños al Valle comienza a crecer y a tener una demanda de agua que le impida seguírnosla vendiendo, ¿cómo podríamos abastecernos en una emergencia o de cara al cambio climático, en caso de que alguna de esas fuentes llegara a secarse por un largo periodo? Aquí entra a jugar un papel muy importante los acuíferos, si bien no cubrirían toda la demanda de nuestro territorio, de ser cuidados y administrados correctamente, podrían ser de gran apoyo en tiempos de escasez.  

“En nuestro territorio es importante porque puede ser utilizada como una fuente alterna de abastecimiento para consumo humano y para uso industrial, aunque no todo el Valle pueda abastecerse de ella. Esto lo hemos evaluado en el Plan de Manejo Ambiental del Acuífero del Valle de Aburrá (PMAA), en el que define unos lineamientos para conservar y proteger el recurso hídrico subterráneo, el cual ya está aprobado por la resolución metropolitana 3363 de 2019”, explica Jhon Camilo Duque Duque, magister en recursos subterráneos e integrante de la Unidad de Gestión Ambiental del AMVA.

¿Por qué es indispensable conservar los acuíferos?

Al inicio hablábamos sobre cómo los acuíferos se recargan gracias al ciclo del agua y mencionábamos que este proceso se da en zonas no impermeabilizadas, ahondemos un poco más en este concepto: para formar nuestras calles y principales vías, pavimentamos el suelo con cemento o asfalto para que el tránsito sea fácil y amigable con los medios de transporte que usamos, al igual que cuando construimos edificios, casas, espacios de encuentro, etc., utilizamos casi siempre concreto, un material resistente que asegura la duración de estos espacios, a todo este proceso se le llama impermeabilización del suelo. Pero ¿qué implica esto para los acuíferos?

Parte del agua que llueve, por el efecto de escorrentía, termina en las quebradas y en los ríos, y la otra parte se filtra en el suelo, de esta última que es absorbida por el terreno, una parte es usada por las plantas para su proceso de evapotranspiración, pero la otra parte es la que termina recargando los acuíferos, esta agua que entra al subsuelo, en su mayoría, es gracias a zonas verdes, “pero las zonas más importes de recarga en el Valle de Aburrá están cubiertas por pavimento, o sea impermeabilizadas, que impiden que el agua se infiltre, lo que reduce la capacidad de recarga de los acuíferos. Actualmente, solo falta el 20% aproximadamente de nuestro territorio metropolitano por ser impermeabilizado. Otra de las implicaciones que esto tiene para la vida urbana son las inundaciones en las vías y desbordamientos de algunas fuentes hídricas, ya que como no se filtran en el suelo, sino que escurren superficialmente por las calles generando aumentos rápidos en los niveles del agua en las quebradas”, señala el experto Duque Duque.

Otro de los aspectos que pone en riesgo este recurso es la contaminación que se pueda dar, en superficie o durante su proceso de permiso de captación, del agua subterránea. Comúnmente el agua es captada mediante pozos, aljibes o manantiales (afloramientos naturales de agua subterránea) por personas naturales o jurídicas para uso industrial, labores residenciales o en pocas ocasiones para el consumo humano. Por ello, una de las redes de monitoreo con las que cuenta el AMVA busca hacerle seguimiento a la evolución de la calidad de los acuíferos, la cual está conformada por 40 captaciones distribuidas en el territorio.

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La contaminación del agua subterránea se puede definir como la alteración indeseable en su calidad como consecuencia del desarrollo de actividades humanas, es por ello que el AMVA en conjunto con la Universidad de Antioquia, especìficamente con trabajos de investigación realizados por estudiantes de pregrado y maestría, construyó el ICA-AS (Índice de Calidad para las Aguas Subterráneas), un indicador que evalúa la calidad del agua del acuífero, en relación con la normatividad colombiana.  

“Lastimosamente hay gente que no cuida el recurso, hemos visto que le tiran basuras a los aljibes, los contaminan con hidrocarburos o, como no tienen una protección adecuada para evitar que ingrese cualquier tipo de residuo líquido o sólido, se han encontrado residuos dentro de la captaciones de agua. Una vez evidenciamos esto, nosotros hacemos el informe técnico que llega a la jurídica para que tome medidas al respecto y así evitar que el agua del lavado de vehículos, por ejemplo, no llegue a la captación del agua, mediante la implementación de un sistema que evite contaminar el acuífero. Se les da un tiempo determinado para esto y si no lo cumplen, se toman las medidas sancionatorias y si es una captación ilegal se suspende de inmediato el uso del recurso”, explica Camilo Andrés Correa, ingeniero sanitario y especialista en gestión ambiental, quien además hace parte  de la Unidad de Control y Vigilancia del AMVA.

Legalizar para conservar

El costo por consumo de las aguas subterráneas es mucho más económico que lo que cuesta el agua potable de EPM: actualmente el costo por m3 de agua que se extrae desde los acuíferos es de un poco más de $12 pesos y se paga una suscripción anual, según el agua concedida tras el proceso de legalización, esta factura es emitida por el AMVA. Por otro lado, el m3 de agua potable que es suministrada por EPM varía su costo según los estratos, en el caso del estrato 3 está a $2,595.65 pesos, según las tarifas de agua potable y saneamiento aplicadas por esta empresa desde el 1 de enero de 2021. Por todo esto, el agua subterránea es tan apetecida por las industrias. 

En este proceso de explotación de los acuíferos, el Área Metropolitana juega un papel muy importante, porque además de hacer un ejercicio de monitoreo y seguimiento, también analiza y otorga permisos de captación del agua subterránea para favorecer una explotación adecuada. “Como autoridad ambiental debemos administrar este recuro hídrico. Con el fin de que se haga un uso adecuado y no haya agotamiento, ni una afectación a las unidades hidrogeológicas que tenemos en el Valle de Aburrá, que son tres: tenemos el acuífero libre, que es del que se extrae el 98% del agua subterránea que se usa actualmente; también está el acuífero semiconfinado y el acuífero de la Dunita de Medellín”, explica Correa.

Hasta la fecha, en nuestro Valle hay 135 captaciones legalizadas, las cuales son usadas en su mayoría para uso industrial como el lavado de autos y procesos textiles, en menor medida para el riego de jardines, así como para actividades domésticas como el lavado de patios, pisos y saneamiento de sanitarios. Muy poca de estas captaciones se usan actualmente para consumo humano, pero esta opción no se descarta teniendo en cuenta la demanda de agua en nuestro territorio debido a su constante crecimiento.

El proceso de legalización de una captación de los acuíferos, tanto para una persona natural o jurídica, pública o privada, inicia con una solicitud en el sitio web del AMVA, también se puede solicitar una asesoría mediante el correo electrónico tramitesenlínea@metropol.gov.co​. Una vez el solicitante haya cumplido con todos los papeles requeridos para completar su solicitud, la Entidad cuenta con 80 días hábiles para, mediante una Resolución Metropolitana, otorgarle o negarle el permiso de concesión de aguas subterráneas, la cual es emitida por Subdirección Ambiental.

“Una vez legalizada la captación, nosotros hacemos un seguimiento al año, sin embargo, dependiendo del tipo de concesión se podría realizar dos visitas anuales, las cuales quedan establecidas en el acto administrativo que la otorgó”, agrega Correa.

Construcciones que gestionan el agua

Como mencionábamos anteriormente, la impermeabilización del suelo de nuestro territorio puede ocasionar no solo la disminución de las aguas subterráneas sino también inundaciones en las vías y un aumento rápido de los niveles de las fuentes superficiales de nuestro Valle, como lo son el río y las quebradas, afectando así a habitantes vecinos a estos afluentes, porque esta ya no se infiltra en el suelo, lo que convierte al agua lluvia en un residuo inmediatamente.

"El acumulado anual de precipitación promedio en el centro del Valle de Aburrá (Medellín) es aproximadamente de 1.500 mm., pero como convertimos esta agua lluvia en un residuo, perdemos gran parte de este recurso que puede ser aprovechado. Esto pasa porque al construir la ciudad alteramos el balance natural de este territorio porque ocupamos el suelo, lo pavimentamos, ponemos techos, un montón de cosas; además traemos agua de afuera, y el agua que cae naturalmente aquí se convierte inmediatamente en residuo y al convertirse en residuo se convierte en un problema para transportarlo. Lo que se busca con la construcción sostenible, entre otras cosas, es devolverle ese balance hídrico natural al territorio”, aclara el experto Isaza.

 Aunque la impermeabilización se puede revertir en el Valle de Aburrá, esta sería muy costosa y se necesitaría de mucha inversión tecnológica en sistemas de gestión del agua y sistemas de drenaje urbano sostenibles, "pero, pensar en ello es necesario sobre todo por la forma de nuestro valle porque si no vamos a seguir sufriendo inmediatamente los efectos de la impermeabilización como está pasando ahora. Por eso, es necesario que tengamos una gestión eficiente del agua", agrega Isaza.

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​En construcción sostenible no se habla solo de materiales sino sobre todo de estrategias de gestión del agua en las edificaciones, porque actualmente existen concretos por los que el agua puede filtrarse, pero como esa agua debe ser almacenada en alguna parte para evitar inundaciones en las calles, se habla, además, de un sistema conocido domo las geoceldas.

“¿Por qué es necesario pensar en un sistema si utilizo solo asfalto permeable? La respuesta es el tiempo de absorción, en un terreno natural vos vas a tener una capa superficial de capa orgánica y la capa orgánica es esa tierra negra más la de la vegetación, cuando llueve la vegetación absorbe una cantidad grande de esa agua, mientras ella va pasando lentamente hacia el subsuelo, entonces va pasando capa por capa y el agua progresivamente se va metiendo en el terreno hasta los acuíferos donde se reserva el agua. Entonces cuando yo no tengo nada de eso, sino que tengo directamente una capa de pavimento, aunque el terreno pueda absorber el agua, el sistema que hay debajo no tiene la capacidad de rápida de absorción porque naturalmente es así, por ello hay geoceldas o geomallas que se ponen debajo del pavimento permeable, y esto simula lo que hace la capa superficial de un bosque cuando llueve: absorbe gran cantidad de esa agua y permite que el terreno la vaya absorbiéndolo a su ritmo. De esta forma se siguen alimentando las aguas subterráneas”, precisa el experto Isaza.

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Además de estos sistemas, los edificios también pueden apostar por mantener el balance hídrico del lugar en el que están ubicados. Cuando construimos un espacio ya sea para uso comercial o residencial se impermeabiliza el suelo, se genera escorrentía urbana y aguas servidas que se van por el alcantarillado, además se trae agua potable desde otros lugares, todo esto contribuye a la alteración de ese ecosistema natural. Haz una pausa, y piensa por un momento en tu casa o en el lugar desde el cual lees este artículo, seguramente para albergarte se tuvo que pasar por el proceso antes mencionado, ahora piensa en tu barrio, luego en tu comuna y finalmente de todo el Valle de Aburrá: habitamos un territorio que antes de nuestra presencia ya tenía una dinámica natural, ¿cómo gestionarla y no ver en el recurso hídrico un enemigo sino como uno aliado?

“Lo ideal sería que la ciudad no altere el funcionamiento natural del territorio, ni la calidad del aire, que nosotros vivamos en armonía con nuestro espacio, pero eso no pasa, por eso buscamos alternativas tecnológicas para reducir este balance: pavimentos permeables, sistemas de drenaje urbanos sostenibles; también los ciudadanos con la recolección de aguas lluvias pueden aportar, porque lo que hacen es retener un porcentaje del agua que está cayendo, la aprovechan y evitan que esa agua se vaya directamente al alcantarillado en esa misma fracción de tiempo, entonces disminuyen el tiempo de escorrentía urbana que se pueda desencadenar inundaciones en las calles”, agrega por último Isaza.  

En este sentido, el AMVA, desde el equipo de producción de consumo sostenible, acompaña a los municipios y a las empresas que opten por implementar estos sistemas, siguiendo los lineamientos de la Política Pública de Construcción Sostenible, dando cumplimiento al Acuerdo Metropolitano N° 5 de 2014, que declara la Construcción Sostenible como Hecho Metropolitano.

Acciones visibles por el agua invisible

La conservación de las aguas subterráneas en nuestro territorio requiere de un trabajo articulado entre las autoridades ambientales y gubernamentales, el sector privado y la ciudadanía. Nuestros expertos comparten algunas acciones para preservar esta riqueza invisible que se guarda bajo nuestros pies y que, de ser administrada adecuadamente, nos puede seguir impulsando hacia un #FuturoSostenible: 

  • Si tienes un patio aún sin impermeabilizar en la parte trasera de tu casa, evita echarle cemento y antes bien aprovecha el agua lluvia para formar una huerta urbana.

  • De ser posible, apuesta por cubiertas verdes en tu casa o edificio, con el fin de que parte de esa agua lluvia que cae quede almacenada ahí.

  • Apuesta por intervenciones urbanistas en las ciudades que privilegien la vegetación y su desarrollo. Un ejemplo de ello es el reemplazo que en la Avenida Oriental se dio de las pirámides por corredores verdes.

  • Buscar las implementación en  las ciudades de sistemas de drenaje y pavimentos permeable que permitan una adecuada absorción del agua hacia el subsuelo y hacia los acuíferos.

  • En caso de que llegues a necesitar extraer agua de un acuífero, solicita tu permiso de captación a la autoridad ambiental encargada.

  • Cuando ya tengas la concesión, verifica que la protección de tu aljibe, pozo o forma de captación no le ingresen residuos sólidos ni líquidos que puedan contaminarlo.

  • Usa de forma responsable la cantidad de agua concedida por la autoridad ambiental, para así evitar una sobreexplotación del acuífero y no poner en riesgo esta riqueza que está bajo nuestros pies.

  • En caso de que veas una captación irregular de aguas subterránea en la zona urbana del Valle de Aburrá, comunícate con en AMVA al 3856000 ext. 117 o puedes hacer la denuncia mediante el sitio web de la Entidad: https://www.metropol.gov.co/​

  • Cuando vayas a diseñar un plano para un edificio, establecimiento comercial o una casa en el Valle de Aburrá, evita incluir sótanos, ya que estos afectan los acuíferos y el recurso que en ellos puede almacenarse se desecha sin ser aprovechado. 

¡Pasa la voz! Y socializa con tu círculo más cercano el nuevo conocimiento que adquiriste al leer este artículo para que entre todos, con acciones visibles, preservemos esta riqueza invisible.



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