Plan de Arbolado urbano: la estrategia del mi​llón


Los problemas convertidos en oportunidades. El déficit cuantitativo de 700 mil árboles en suelo metropolitano es ahora un compromiso cierto de los 10 municipios del Área de sembrar un millón de nuevos individuos antes de finalizar 2019.
Ya van sembrados más de medio millón y las jornadas arbóreas continúan con paso firme. Para lograr los fines, la participación ciudadana ha sido fundamental en la apropiación de los espacios verdes del Valle de Aburrá.

El Valle de Aburrá, ubicado en un cañón estrecho y montañoso, con condiciones meteorológicas y atmosféricas complejas, viene enfrentando fenómenos ambientales que demandan estrategias integrales para resolverlas.

No basta con imponer medidas restrictivas a la movilidad ni limitar el desarrollo urbano en su territorio para mejorar, entre otras, la calidad del aire y reducir el déficit de espacio verde urbano disponible, sino que se hace necesario realizar de forma simultánea y permanente actividades de protección y conservación de los ecosistemas naturales existentes.

El contexto urbano obliga a tomar decisiones integrales y es allí cuando toma relevancia nacional la discusión sobre cuál es el modelo de ocupación que queremos para poder revertir el escenario de degradación, deforestación y pérdida de biodiversidad que afrontan nuestras ciudades.
De acuerdo con las proyecciones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente -PNUMA, el crecimiento demográfico del mundo en los próximos 25 años tendrá lugar en las ciudades y, principalmente, en los países en vías de desarrollo. Para el caso de la población colombiana, más de un 76% se ubica en los cascos urbanos y para 2050, esa cifra podría aumentar al 83 por ciento, según las proyecciones del Programa ONU-Hábitat.

Esta tendencia no ha sido ajena al Valle de Aburrá, donde se asienta el 65% de la población del departamento de Antioquia en tan sólo el 2% de su extensión; así mismo se prevé para el 2030 un aumento de la población en 844.883 habitantes (Plan Director BIO-2030, 2011), situación que requiere una mejora en la planificación y la gestión urbana para la atención de las necesidades básicas y el mejoramiento de las condiciones ambientales, entre otras.

Es así como la conurbación y expansión de los centros urbanos de la región están teniendo mayor contacto con zonas periurbanas y rurales y sus ecosistemas naturales, los cuales  terminan transformándose, aislándose unos de otros o fusionándose al tejido urbano. Así mismo, el mantenimiento de la calidad visual del paisaje comienza a plantearse como una prioridad, no sólo en su dimensión estética, sino también en su concepción ecológica.

Las zonas verdes y el arbolado urbano son cruciales en la gestión de ciudades resilientes y sostenibles: las hacen más seguras al reducir los impactos de tormentas, crecientes, isla de calor, variabilidad y cambio climático; más agradables al proporcionar lugares para la recreación, la contemplación y el encuentro ciudadano; más saludables al mejora la calidad del aire, proporcionando espacios para ejercicio físico y el bienestar psicológico; más diversas y atractivas proporcionando experiencias de naturaleza a los ciudadanos por medio de la diversidad  biológica y del paisaje.

De ahí la importancia de la creación y conservación de redes ecológicas para promover la funcionalidad ecológica y el mejoramiento de la calidad ambiental.
El Área Metropolitana ha identificado 52 redes ecológicas urbanas en Medellín, Bello, Itagüí, Barbosa, Copacabana, Girardota, La Estrella, Sabaneta y Caldas, las cuales han sido objeto de gestión y mejoramiento ambiental. De acuerdo con estudios recientes, se registra la pérdida de 84 hectáreas de estas redes ecológicas en el periodo 2006- 2011, con tendencia a aumentar en la próxima década, debido a la expansión urbana y el desarrollo de nuevas construcciones, de no actuar decididamente en torno a las llamadas áreas de protección urbana desde el ámbito municipal, pues ya es cada vez menos posible separar lo urbano de lo rural y lo rural del ámbito regional y nacional.

El infográfico siguiente muestra el panorama general respecto del arbolado urbano y su importancia estratégica en términos de la sostenibilidad del territorio metropolitano, no sólo para los 10 municipios que lo integran, sino para el Departamento y sus áreas colindantes con otros entes territoriales.

Una de esas actividades es la siembra masiva de árboles en espacios verdes y la adopción de medidas de compensación por obras y proyectos de construcción.
El Plan de Gestión “Territorios Integrados” del Área Metropolitana tiene un enfoque ambiental de largo aliento y busca la construcción social del territorio en armonía con el ecosistema natural, con el fin de garantizar la sostenibilidad y la calidad ambiental de la región metropolitana.
El programa de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos viene interviniendo y mejorando los espacios públicos verdes hacia la consolidación de las redes ecológicas urbanas y los ecosistemas circundantes.

Dentro de esas estrategias existe el Plan Siembra para el Valle de Aburrá, liderado por el Área Metropolitana, en articulación con los 10 municipios, que pretende generar las sinergias necesarias para llevar a cabo las siembras proyectadas a través de diferentes programas y con la vinculación  de la comunidad.

La meta acordada en el Plan de Gestión es sembrar no menos de un millón de árboles antes de finalizar 2019, de los cuales, a la fecha, ya suman más de medio millón. El costo aproximado de inversión por parte del Área es de 20 mil millones de pesos, sin contar las millonarias inversiones que hacen el propio municipio de Medellín y las empresas privadas.

La articulación de esta política ambiental con las acciones que buscan reducir los efectos de la contaminación en el Valle de Aburrá está contenida en el Acuerdo Metropolitano que “adopta la política metropolitana para el manejo integral del arbolado urbano y rural en el Valle de Aburrá y se toman otras determinaciones en torno a la gestión del espacio público verde”.
Con él se busca reducir los actuales índices deficientes de espacio público verde y de árboles por habitante, para cerrar la brecha existente de la sostenibilidad ambiental urbana en el Valle de Aburrá.