• Con la siembra del árbol 500 mil, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá conmemora 15 años del asesinato de Guillermo Gaviria Correa y Gilberto Echeverri Mejía.

  • El director de la entidad, Eugenio Prieto Soto, encabezó esta mañana el acto simbólico en la reserva natural de La Romera en Sabaneta.

  • La conmemoración se enmarca en el programa nacional de Bosques de Paz, que busca la recuperación ambiental de los ecosistemas y constituirlos en monumentos vivos de paz por las víctimas.
Hoy se conmemoran 15 años del asesinato del exgobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria Correa y el asesor de Paz, Gilberto Echeverri Mejía. El 17 de abril de 2002, ambos convocaron y emprendieron una marcha de la no violencia y la reconciliación hacia Caicedo, un municipio del occidente antioqueño que enfrentaba graves problemas de orden público como punto geográfico de una delicada confrontación armada.  La convicción de que las condiciones de seguridad se restauraban con diálogo y el acompañamiento de todas las fuerzas sociales y políticas, generó la movilización que se vio truncada en el puente El Vaho, de Caicedo, donde los dos líderes fueron secuestrados y mantenidos en cautiverio hasta un fallido y mortal intento de rescate, un año más tarde.

"Nada justifica el uso de la violencia" una frase que se ha escuchado muchas veces pero que necesitaba ser sembrada como un nuevo esfuerzo para hacer memoria y buscar los frutos de paz que necesita el territorio. Así lo hizo esta mañana el director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Eugenio Prieto Soto, en medio de la siembra del árbol 500 mil, hecho que además de conmemorar una de las fechas más dolorosas en la memoria de la vida pública del país, el asesinato de Guillermo y Gilberto, muestra avance del 50% de la meta que se propusieron los 10 alcaldes de los municipios de la metrópoli de sembrar un millón de árboles hasta el 2019.

"En la siembra de hoy señalamos dos árboles en honor a Guillermo Gaviria Correa y a Gilberto Echeverry, como símbolo de vida, paz y reconciliación del territorio", puntualizó el director. Quien además recordó que junto a los dirigentes murieron 8 militares asesinados en medio de un operativo de rescate el 5 de mayo de 2003. De esta manera fueron 10 los caunces, especie endógena y actualmente en vías de extinción, que se seleccionaron para sembrar en memoria de las víctimas.

Tantos años cortano vidas, llegó la hora de sembrar frutos

La filosofía de la noviolencia tiene historia en el mundo, expresiones de resistencia pacífica, diálogos que buscan la justicia, denuncia y movilización. Para el caso colombiano, la noviolencia que promulgaban el exgobernador asesinado Guillermo Gaviria y su asesor de paz departamental, Gilberto Echeverri Mejía, eran mensajes a contracorriente de una cultura que cifró en la guerra, durante muchos años, como la única manera de resolver los conflictos. Una cultura que se acostumbró a arrasar literal y figurativamente con los obstáculos, con lo diferente, con todo aquello que se le cruzaba en el camino para obtener los fines, casi siempre, con ánimo de lucro personal o sectorial, abandonando colateralmente la idea de comunidad.

Colombia se acostumbró a contar los muertos hasta el punto de la insensibilidad, y aunque se han evidenciado esfuerzos importantes que nos han llevado a tomar distancia y superar en buena parte las etapas más oscuras de nuestra violencia, también es cierto que, con la excusa del desarrollo, muchas han sido las especies vivas que también fueron y son víctimas. Bosques talados, aguas contaminadas, nacimientos secos, especies extinguidas y corredores naturales interrumpidos son resultados trágicos en material ambiental y un atentado contra la sostenibilidad de los territorios.

Por eso el acto de hoy, la siembra del árbol 500 mil, y más en memoria de los antioqueños asesinados hace 15 años, tiene correspondencia con esa ambiciosa, pero necesaria meta de sembrar un millón de árboles en un urbanizado y densificado Valle de Aburrá, como un camino que no se puede detener para cuidar la estructura natural del territorio, pero además recuperar lo que se ha perdido, sembrar nuevamente y educar en cultura ambiental, que es también una cultura de paz, a cada uno de los más de 3.5 millones de habitantes que comparten la vida, y deben cuidarla, en todas sus manifestaciones que tienen lugar en este estrecho valle.

Esa siembra de memoria, paz y noviolencia que se hizo hoy en La Romera también se enmarca conceptualmente en programa Bosques de Paz que promueve el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y que el pasado 18 de diciembre junto con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y el Municipio de Bello declararon al Cerro Quitasol, municipio de Bello, como el primer Bosque de Paz, monumento vivo de memoria histórica y reconciliación en el Valle de Aburrá.

La convivencia, un hecho metropolitano

​A partir de una decisión de la Junta Metropolitana del Valle de Aburrá, protocolizada por el Acuerdo 02 del 8 de abril de 2016, se estableció como Hecho Metropolitano y como una nueva responsabilidad institucional del Área Metropolitana del Valle de Aburrá la seguridad, la convivencia y la paz. Y desde allí se han adelantado las acciones de articulación y concertación de la institucionalidad y la ciudadanía metropolitana, para mejorar las condiciones de seguridad y convivencia ciudadana en el territorio metropolitano.

De igual manera se creó el Consejo Metropolitano de Seguridad y Convivencia, como órgano asesor de las autoridades administrativas del Valle de Aburrá, y se constituye como un espacio de análisis, concertación, socialización y comunicación de las políticas, planes, programas y proyectos de la entidad en estos temas. Es así como se articula el liderazgo de las diez alcaldías de los municipios del Valle de Aburrá para avivar la movilización social de sus habitantes, enfrentar la violencia urbana e integrar el territorio de manera sostenible y sustentable, promoviendo el valor de la vida y la convivencia pacífica ciudadana.​

Una especie enémica en vía de extinsión

​Un caunce fue el árbol 500 mil sembrado en el territorio. Esa especie arbórea es considerada endémica de Antioquia y en vía de extinción, como consecuencia de la tala y del uso de la madera para la fabricación de cabos de herramientas. Los caunces sobresalen por su belleza, sus flores de intenso amarillo y por sus hojas de color verde brillante y tonos rojizos en su etapa juvenil.

La Romera, donde se sembró, es una reserva natural y parque recreativo de 235 hectáreas. Es un pulmón verde de Sabaneta que será integrado al Sistema Local de Áreas Protegidas, con el fin de evitar que este espacio verde sea absorbido por la expansión de la construcción en el territorio. Es parte del cinturón verde del Valle de Aburrá, porque conecta con los ecosistemas estratégicos de Envigado, los bosques de El Retiro y, en Caldas, con la zona de La Clara y el Alto de San Miguel, donde nace el río Medellín. Allí es donde el Área Metropolitana y Sabaneta siembran cien mil árboles para aumentar la producción de oxígeno y agua pura en el territorio.

Un árbol de la vida en la memoria

​En la plazoleta del Centro Administrativo La Alpujarra, se sembraron desde 2004 dos árboles, no naturales  sino en bronce y hierro, la representación artística por medio de la escultura “Homenaje a los doctores Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri” realizada por el artista Salvador Arango que destaca en su base los dos rostros que parecieran servir como raíz filosófica de igual número de árboles  que tiene un corte medio, como de hacha, que no impide lo que se adivina como el follaje que habla de la vitalidad de esos troncos morales de la cultura Antioqueña en memoria de los fallecidos gobernador y comisionado de paz del departamento.​