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Palabras de reconocimiento a Briggite Baptiste por parte del director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Eugenio Prieto Soto, en el evento de declaración del Humedal Ditaires como Área Protegida de Recreación.

Déjenme por un momento invocar a tantos espíritus que hoy rondan por estas bellas tierras, no como un arrebato de superstición, sino como genuino tributo de gratitud a tantas personas que han hecho realidad este nuevo sueño por el desarrollo del Valle de Aburrá.

El primero que ahora siento es el del empresario y filántropo antioqueño, don Diego Echavarría Misas, quien donó estos terrenos con la idea de convertirlos en un jardín botánico y blindar sus corredores verdes y sus ricas aguas del apetito urbanístico que ya despuntaba en la ciudad núcleo a finales del siglo pasado. No todo lo que dejó don Diego se conserva, porque la expansión urbana también tocó estas puertas.

Aún así, y como tributo a su legado, este parque que hoy adquiere la categoría de Zona Protegida de Recreación, la primera en el país, también mantiene vivo el espíritu de doña Benedikta zur Nieden, Doña Dita, esposa de don Alejandro Echavarría y madre de don Diego, quien llamó esta finca Aires de Dita, ahora conocida como Ditaires.

Luego, no resulta una casualidad todo lo que hoy está ocurriendo en este Humedal. Acá cohabita un enorme sentimiento de libertad, de biodiversidad y de profundo conocimiento. Estoy acá para hablar de vida, pero no puedo desconocer que el espíritu de don Diego Echavarría es, sobre todo, un espíritu de libertad, porque prefirió perder su vida antes que pagar por su rescate, en una época de violencia sin sentido.

El Humedal de Ditaires, en las 12,54 hectáreas que a partir de hoy adquieren protección a perpetuidad, en sí mismo es un homenaje a la vida. No sólo por sus 71 especies de aves, 175 de flora, 6 de mamíferos y dos de anfibios que aquí habitan, sino por la ubicación estratégica y de conectividad con otros ecosistemas urbanos, incluido el Pico Manzanillo y la cuchilla del Romeral.

Toda esa riqueza natural resulta, entonces, un compromiso con nuestra Casa Común, como llamó el Papa Francisco a nuestro Planeta en su encíclica Laudato Sí. Un lugar para mantener vivo el concepto de ecología humana, de ecología integral. Un compromiso que tiene valiosos aprendizajes y una participación ciudadana que hace mucho más importante esta declaratoria, porque consolida un concepto que para el Área Metropolitana se volvió mandamiento: la Gobernanza.

El concepto previo para la declaratoria de Área de Recreación Humedal Ditaires que nos entregó el Instituto Alexander von Humboldt, además de reconocer el rigor técnico de nuestra solicitud, es el resultado del amplio diálogo y la construcción de confianza que se logró con los sectores público privados, la academia, los colectivos ambientales y la ciudadanía. Este es otro triunfo de la convicción ciudadana en la defensa de lo público y el liderazgo de la institucionalidad por responder a ese clamor de la gente. Lo mismo ocurrió con la declaratoria como Área Protegida y de Recreación Urbana, Humedal El Trianón y  La Heliodora, en Envigado.

Ha sido el von Humboldt un inmejorable aliado en todo este trabajo. De ahí que hubiera comenzado esta emotiva intervención evocando algunos de los espíritus que sirven de referente en la consolidación de un presente que mira con optimismo el futuro.


Algunos de esos espíritus deambulan por el aire, pero otros tienen bien puestos los pies sobre la tierra. Uno de ellos está con nosotros y hoy más que nunca resulta inspirador hablar de él. 

O mejor, hablar de lo que ella hace por nosotros. 

Se llama Brigitte Baptiste y es la libertad en movimiento. Ahora recuerdo algo que dice mucho de ella.

El auditorio dispuesto por la organización independiente TED+ Río de La Plata, en Buenos Aires (Argentina) tenía las tribunas llenas y la oscuridad que dominaba tres cuartas partes del recinto contrastaba con la luminosidad y la vista multicolor de la tarima principal, donde una figura femenina, hablaba sobre la estrecha relación entre la construcción de identidad de género y biodiversidad.

Entre muchos conceptos allí expresados por la conferencista, uno tiene valor presente para describir de pies a cabeza lo que ella representa para el mundo. Nos referimos a la teoría Queer, y su principio fundamental es que la identidad de género se construye en la interacción que tienen los personajes que comparten una historia. En otras palabras, la teoría Queer nos habla de la capacidad de construir acuerdos en medio de lo diverso, de lo raro, de lo ambiguo.

Este lugar en donde hoy estamos es otro de esos cuerpos naturales diversos, raros y ambiguos que la cotidianidad nos ha impedido ver en toda su dimensión, porque como lo dice ella, sólo con el paso del tiempo es que el ser humano logra identificar sus referentes.

Y nosotros, no sólo desde nuestro trabajo en el Área Metropolitana, sino desde mucho antes, no tuvimos que esperar mucho tiempo para comprobar que Brigitte Baptiste es, y seguirá siendo, un referente irremplazable en nuestra visión del desarrollo sostenible con equidad humana y equidad territorial.

En Brigitte están vivos los aires de libertad de sus abuelos de origen catalán, en especial los de su inolvidable Monserrat, que llegaron a Colombia a mitad del siglo pasado huyendo de la Guerra Civil española y empezaron a mano limpia la reconquista de su propia identidad, en una especie de expedición botánica como la que emprendió Alexander von Humboldt hacia el Chimborazo, en 1801.

No resulta, entonces, una casualidad que haya sido Brigitte Baptiste la que haya puesto en lo más alto de la comunidad del conocimiento mundial las banderas del Instituto Von Humboldt y en ellas su enorme capacidad científica en defensa de la biodiversidad. Esas banderas también ondean acá hoy de forma tan armónica como las notas musicales de Joan Manuel Serrat y “el viento libre que se mueve entre las gentes…”

En buena hora para Serrat, para nosotros, pero sobre todo para nuestro terrirorio, la ecología le ganó el pulso a la arquitectura, así la arquitectura no se haya podido desprender, por fortuna, de la visión y el compromiso ecológico de Brigitte. Bendito el día en que un sabio profesor le dijo a la entonces estudiante de arquitectura que lo suyo no eran las maquetas, sino la biología.

Así como será bendito el momento en que la niña de apenas seis años se encontró en las páginas centrales de una revista de mecánica popular de 1967 que había llegado a manos de su padre, mecánico de aviones, todo un compendio de datos y de imágenes que hablaban del sistema solar y de los planes del hombre para ir en un futuro próximo al espacio sideral. No sabíamos nada aún de la luna.

Tampoco de lo que ese hecho se convertiría en la vida de Brigitte y, por supuesto, en las nuestras, porque su apetito voraz por el conocimiento y la ciencia hoy todavía no está saciado, como no estarán saciadas sus pasiones por las chocolatinas Jet, las pinturas de sirenas, venus y las musas desnudas, el violín, la flora y la fauna, y las comunidades indígenas, con las que ha aprendido algo contundente para su propia existencia: que el cuerpo es la forma más genuina de adaptación al cambio que algún ser vivo haya podido desarrollar.

De ahí lo inspiradora que resulta la presencia de Brigitte en todo el mundo. No sólo como bióloga y experta en temas de conservación y cambio climático, sino como defensora firme, pero sin sobreactuaciones, de la diversidad de género. Han sido el conocimiento y el rigor investigativo los mejores atuendos de alguien capaz de conciliar posiciones extremas en torno a los efectos de la deforestación y la minería sin rigor técnico con la misma suavidad con que se ensamblan las notas de un violín en la tranquilidad taciturna de una madrugada en su natal Bogotá.

Brigitte es una especie de Avatar para quienes la conocen y disfrutan de su presencia. Está en continua transformación y ella misma ha dicho en muchas ocasiones que es feminismo en movimiento. Diríamos que es naturaleza en constante transformación y allí radica el valor de su existencia, porque sólo así podemos entender que los territorios, las ciudades, son ecosistemas que tienen su propia forma de adquirir cuerpo e identidad, y que la visión monocromática del verde para el planeta no sólo es insuficiente, sino peligrosa, a la hora de abordar las complejísimas formas de relación entre el ser humano y la naturaleza.

En Brigitte se resume, en parte, lo que el Área Metropolitana del Valle de Aburrá definió en su Plan de Gestión Territorios Integrados: poner al ser humano, a la vida, al Bios, en el centro de sus actuaciones; y al conocimiento científico con rigor técnico como instrumento fundamental en la toma de decisiones.

De ella aprendimos que no es bueno dejar de reconocer que si bien el conocimiento es fundamental, son las incertidumbres y la sana ignorancia las que permiten, en últimas, que una sociedad avance, porque como dice Brigitte, los primeros, es decir el ser humano y su conocimiento, necesitan de la incertidumbre y la ignorancia para seguir buscando nuevos aprendizajes, para no estancarse.

La presencia inspiradora de Brigitte para nuestro territorio es directamente proporcional a lo inspirador que resulta para ella el amor y el respaldo de su esposa Adriana, y de sus hijas Candelaria y Juana Pasión.

De ahí que no sea casualidad, ni mucho menos exageración, comprobar hoy desde este bello Humedal de Ditaires que los astros están otra vez alineados tal como lo estuvieron en esa revista de mecánica popular y decir que vamos a seguir trabajando de la mano de Brigitte desde nuestra Escuela de Ecología Urbana del Valle de Aburrá.

Queremos decirle al mundo desde Ditaires que ponemos nuestro cuerpo, con el corazón y el alma incluidos, a su disposición en la lucha por la defensa de la biodiversidad, contra la deforestación y el cambio climático como un tributo a la vida, que es lo mismo que un tributo a la resiliencia, a la capacidad de adaptación, al cambio continuo y a la transformación como símbolos de libertad y de sabiduría.

Una sabiduría tan liberadora como la que cerró la presentación de Brigitte Baptiste en Argentina: ella de pie, erguida, en sublime homenaje a Charles Darwin, liberada y dispuesta a transformarse tantas veces como sea necesario para cumplir su premisa de vida: ser feliz en medio de la diversidad y entre tantos buenos espíritus que siempre nos acompañan.