Por: Gustavo Londoño Gaviria

Subdirector Ambiental

Los efectos de la actividad humana sobre el Medio Ambiente han evidenciado una constante preocupación por la estabilidad del planeta. 

El bienestar de la humanidad parece jugar en contra del Medio Ambiente, lo que implica pensar en el desarrollo sostenible y sustentable, de manera que el progreso y el crecimiento de las naciones, no impacten de forma negativa el único hogar que tenemos para vivir: la tierra. 

Algunas agendas estatales comienzan a plantear el tema como parte fundamental de sus políticas públicas. Y es ahí donde la gobernanza ambiental orienta la armonización de procesos relacionados con la gestión del Medio Ambiente, para que sea posible la participación efectiva e integrada de los gestores públicos, actores privados y la comunidad, en la toma de decisiones, manejo de conflictos y construcción de consensos, que aseguren la gobernabilidad, permitan construir capital social y posibiliten la sustentabilidad y la calidad de vida.

En Colombia, existen bases normativas que posibilitan el impulso para la conservación del Medio Ambiente, pero aún no se evidencia una aplicación constante, real y responsable en los distintos territorios. 

Y es ahí donde el papel protagónico de metrópolis como la nuestra, en la Nueva Agenda Urbana Ambiental Mundial, es la consolidación de una nueva Gobernanza. Una Gobernanza que, como lo proponen los Objetivos de Desarrollo Sostenible -ODS-, debe ser el resultado de un amplio ejercicio de diálogo y de articulación con todos los actores del territorio, pero también con las instancias regionales, nacionales e internacionales. 

Es claro que no es posible avanzar solos y menos con visiones individuales, y cortoplacistas sobre el desarrollo sostenible y la sustentabilidad. Se requiere de la cohesión y la integración de todos los actores. 

Sin pretensiones distintas a liderar ese amplio proceso de diálogo, creemos que lo hecho desde el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, para mantener y preservar nuestros limitados recursos naturales ha significado un valioso cambio en la perspectiva de la planificación urbana del territorio, sobre todo, reconociendo lo bueno que se ha hecho a lo largo de cuatro décadas de existencia de esta entidad.

Sin dejar de desconocer que aún subsisten complejas problemáticas que es necesario enfrentar con firmeza, transparencia, unión de fuerzas y voluntades políticas. 

En el Área Metropolitana el compromiso con la sostenibilidad ambiental se refleja en programas y proyectos estratégicos, donde la participación ciudadana y de los diferentes actores son un factor fundamental, entre ellos el Plan ante el cambio y la variabilidad climática –PAC&VC-, la Gestión integral del riesgo de desastres, el Plan de Ordenación y Manejo de la Cuenca del Rio Aburrá- POMCA-, la Protección de la Biodiversidad (incluyendo flora y fauna) y sus servicios ecosistémicos, acción que se enmarca en la implementación del POMCA y el Plan Maestro de Espacios Públicos Verdes Urbanos; el Plan Integral de Gestión de la Calidad del Aire (PIGECA) y el Plan de Acción para la Prevención y Control del Ruido, son algunos de los proyectos que hoy nos convierten en una entidad responsable con la protección del Medio Ambiente, y comprometida con el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes metropolitanos, pero además, es una responsabilidad con el planeta.

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