El sistema EnCicla, referente y un hito de la movilidad sostenible del Valle Aburrá, nos permitió hacer la tarea:  recorrer un largo tramo entre Sabaneta y Medellín.

En la estación Parque de Sabaneta comenzó la aventura. Con la amabilidad característica de los operadores del sistema nos entregaron las bicis nuevas y después de un minucioso registro con la central de despachos, nos dispusimos a salir a nuestro recorrido, no sin antes prepararnos con nuestros cascos y de hacer la revisión del buen estado de las luces, tanto delantera como trasera, y calibrar el aire de las llantas.

Tomamos el sentido oriente-occidente y bajamos por la nueva ciclorruta de la calle 70 sur. Llegamos a la Avenida Las Vegas, donde el corredor se hace más amplio para desplazarnos. La ruta se tornó agradable para transitar y nos encontramos con más usuarios del sistema, algunos con toda la indumentaria necesaria para un óptimo desempeño; y otros con lo básico, pero todos respetuosos del espacio público.

En la calle 52 Sur, en Sabaneta, nos topamos con el fin de la vía, en el sector de Mayorca, lo que nos llevó a hacer uso de Las Vegas. Mirando cuidadosamente y haciendo uso de las señales de mano para advertir nuestro paso, finalmente cruzamos la glorieta de Mayorca. Seguimos hacia el norte por Las Vegas, donde tuvimos que compartir la vía con los vehículos particulares, privados, y de servicio público, lo que nos hizo algo difícil nuestro trayecto. Debimos sortear cada uno de los percances que se nos presentaron, debido a la imprudencia de algunos conductores y al alto flujo vehicular. 

Acordamos seguir nuestra ruta tomando el recorrido por el andén del costado oriental, que evidenció mal estado en algunos trayectos, razón por la cual tuvimos que tomar las vías para los autos en algunas zonas.


Avenida Las Vegas con calle 70 Sur en Sabaneta.

A esta altura ya se tiene el cuerpo caliente y las piernas duras, pero la cicla responde con facilidad a los cambios de velocidad. En primera, trepamos el puente de La Aguacatala, que nos llevó directamente a la nueva ciclorruta de Las Vegas, desde Eafit hasta Ciudad del Río. 

Un recorrido por un agradable corredor verde, que ofrece sombra para hacer más fresco el desplazamiento. Buena señalización en la vía, facilidad para el ciclista, respeto por el peatón y clara semaforización para compartir la vía.

Pasamos por la estación Villa Carlota y llegamos a la estación del MAMM, donde nos dispusimos a actualizar el tiempo de préstamo de cada cicla y tomamos dos nuevas unidades.  En común acuerdo y con un nuevo aliento, continuamos nuestra travesía en rumbo al occidente, donde nos esperaría la unidad deportiva Atanasio Girardot. 

Cerca de la estación Río Aburrá, para poder hacer conexión con la ciclorruta que nos llevó al occidente, debimos cruzar, con la cicla en mano, sobre el puente peatonal de Bancolombia, y de allí hasta la estación de transferencia de Industriales del metro y metroplús. 


Avenida Las Vegas a la altura del puente de la 4 Sur.

Montados de nuevo en nuestras ciclas y divisando transeúntes saliendo de sus lugares de trabajo para hacer préstamos en la estación EnCicla Industriales, el recorrido se hizo más agradable y la tarde se tornó fresca, perfecta para pedalear y contemplar la ciudad.

Atravesamos la estación Nutibara y nos acercamos a la que está ubicada en la 33. Desde allí se observa el alto flujo vehicular y no falta la mirada de los conductores que ven con envidia cómo nos desplazamos sin mayores problemas. Vamos rumbo hacia el Atanasio.

Llegamos a la carrera 65. Hay una interminable y congestionada avenida. El ruido de los pitos y el alto volumen de contaminación auditiva hacen difícil hasta la conversación. En la estación Suramericana nos dispusimos rodar por la vía que va al costado de la quebrada La Hueso, un túnel verde y una ruta muy usada por usuarios del sistema.

Llegamos, sí, llegamos al Atanasio y contemplamos la arquitectura de sus coliseos en forma de montañas antioqueñas. No nos detuvimos ahí. La buena compañía de otras usuarias obligó a continuar la aventura y nos fijamos una nueva meta: la unidad deportiva María Luisa Calle.

Seguimos en sentido occidente-norte, por las calles 73 y 74 hasta la estación Primer Parque de Laureles, donde nos encontramos a un grupo de estudiantes esperando disponibilidad de bicicletas. Continuamos el viaje y bordeando la UPB, nos encontramos otra estación EnCicla, la de la Circular Primera, que de igual manera, estaba vacía y con usuarios a la espera. Estudiantes, trabajadores, deportistas son el rasgo de aquellos usuarios fieles al sistema de transporte, aquellos que le apuestan a una movilidad segura y más efectiva para sus actividades cotidianas.

En esta estación terminó la conexión de la ruta hacia nuestro destino, así que usamos de nuevo la calle. Lenta, pero cuidadosamente, rodamos por la avenida Nutibara, Bulerías, y carrera 69C, que nos conectó de nuevo con la ciclorruta que viene de la Unidad Deportiva de Belén.

Ahora mucha más fresca la tarde y después de recorrer más de 20 kilómetros, seguimos encontrándonos con caminantes, ciclistas aficionados y usuarios de esas ciclas azules, sencillas pero prestantes. Llegamos a buen puerto, pero comenzamos una nueva experiencia. Contar lo que nos ocurrió y ratificar con nuestro testimonio que el sistema de bicicletas públicas del Valle de Aburrá es un orgullo para los territorios integrados. Valió la pena hacer el viaje. ¿Tú lo harás?

Para ver la infografía y algunas sugerencias para el recorrido visita el siguiente enlace: Recorrer el Aburrá, una experiencia en bicicleta​