El acompañamiento del Área y la confianza del sector han sido vitales en la consolidación de los convenios de cooperación empresarial en el transporte público colectivo. Viviana Tobón nos habla de los mutuos aprendizajes.

Se rompieron paradigmas, se esfumaron los miedos y se unieron voluntades y compromisos para sacar adelante el modelo. No ha sido una tarea fácil, pero los resultados hablan por sí solos. Los convenios de cooperación empresarial para la renovación y modernización de la flota del transporte público colectivo en el Valle de Aburrá son otro de esos ejemplos que demuestran que sí es posible hablar de sostenibilidad como instrumento para la competitividad y la productividad.

Cuando se habla de la integración del transporte público en el territorio metropolitano, además del metro, el tranvía, el metroplús, los metrocables, tenemos que referirnos a las rutas alimentadoras e integradas al SITVA, pero sobre todo al servicio colectivo de pasajeros que se presta a través de las llamadas Cuencas de Transporte.

Desde hace poco más de una década, con muchos puntos de parada y no pocas “barricadas” sobre las vías, el territorio metropolitano viene adelantando un ambicioso programa de modernización y renovación de la flota de buses, busetas y colectivos, cuyo objetivo central es la prestación de un servicio público de calidad, amigable con el ambiente y responsable con la productividad y la rentabilidad de las empresas que lo prestan.

Los números obtenidos en los últimos cinco años son contundentes


Disminución de 17 mil toneladas/año (55 toneladas por día), 51 mil kilómetros menos de recorridos día, edad de la flota ha pasado de 9 a 6 años en promedio, 65% de los vehículos con combustibles limpios (Euro 4), renovación de 990 vehículos con combustibles limpios (Euro 4), racionalización de 370 vehículos netos y faltan 40 adicionales, 190 mil millones invertidos para renovación de flota, 64 mil millones invertidos para racionalización de flota.

Todo esto ha sido posible gracias a cuatro premisas adoptadas de común acuerdo entre las empresas y el Área Metropolitana como autoridad de transporte en los 10 municipios del Valle de Aburrá: 

1. Partir de lo construido

 
No era comenzar de cero y borrar todo lo hecho en años anteriores. Se reestructuraron los servicios autorizados para mejorar cobertura y niveles del servicio.

2. Eficiencia financiera


La operación debía ser sostenible y rentable. Se redujeron los costos de inversión pública y privada por gradualidad, se hicieron aportes de recursos existentes (patios) y se racionalizó como reinversión, no como retiro.

3. Permanencia de todos los actores


Se buscó la permanencia de todos, empresas y propietarios, que eran los que habían estado en todo el proceso.

4. Modernizar y transformar 


La estructura de las empresas para garantizar control efectivo sobre los recursos críticos para la operación.

El sistema ha entrado en una fase de no retorno, en la que el recaudo con la Tarjeta Cívica es otro de los puntos de inflexión de la operación y es así como hoy en todas las rutas integradas de las seis cuencas opera el cobro con dicha tarjeta, lo que ha permitido reducir en casi el 30 por ciento la fuga de dineros por cobro de pasajes.

Así es el panorama actual de las cuencas (gráfico).