Elkin Velásquez conoce las problemáticas que afrontan las grandes ciudades en relación con la planificación urbana. Para ONU Hábitat, el Valle de Aburrá es un ejemplo de buenas prácticas de Gobernanza y gestión ambiental.

¿Cómo se está dando y cómo viene avanzando esa conversación entre los lineamientos acordados en la Cumbre de París sobre Cambio Climático, Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Nueva Agenda Urbana en la visión que tiene el Área Metropolitana sobre definir un nuevo modelo de ocupación?


Elkin Velásquez: Ese es un tema central en la agenda internacional que desde ONU Hábitat venimos desarrollando no sólo en el Valle de Aburrá, sino en el resto del país y en el hemisferio. Los resultados no se dan en el corto, sino en el mediano y largo plazo. Nosotros venimos avanzando en la consolidación de un sistema de información cierto, basado en evidencia científica, y en eso el Área Metropolitana es un actor fundamental para seguir planificando sin atender corazonadas o bajo argumentos de que “yo creo”, “yo quiero” o “puede ser”. Lo valioso de ese tridente COP21, ODS y la Nueva Agenda Urba​na es haber diseñado y dotar a las ciudades de potentes instrumentos de sistematización, seguimiento y control de indicadores para la planificación. Hemos hecho posible que la información que ya se produce la podamos desarrollar en cantidad y en calidad para la toma de decisiones. En ese sentido, Medellín y su área metropolitana, en el ámbito regional, es un territorio que está haciendo enormes esfuerzos en la consolidación de un modelo de gobernanza metropolitana que desde ONU Hábitat seguimos con atención e interés. Es importante seguir avanzando en esa senda, conscientes de que se necesita tiempo y voluntad política para llegar a buen puerto, que no es otro que el de la participación activa de todos los actores y, en especial, de la ciudadanía.

¿Una gobernanza como oportunidad?


La Nueva Agenda Urbana es, en sí misma, un modelo de gobernanza regional, que plantea la necesidad de una aproximación multiescalar en torno a la planificación de las ciudades. Y esa planificación urbana se tiene que dar desde lo micro, calle a calle dentro del barrio, y a nivel de las ciudades, que están conurbadas y hace rato difuminaron los límites territoriales y comparten problemas comunes y salidas concertadas. Este Valle de Ab​urrá tiene que ser abordado, entonces, desde la perspectiva subregional, dada su interdependencia con el valle de San Nicolás, con el occidente y el suroeste cercano. Y eso es posible sólo si existe un diálogo y una concertación con quienes hacen parte de esa conurbación. De ahí que la definición de ese modelo de gobernanza también tiene que ser multiescalar, sistémico y con visión de largo plazo.

¿Y estamos en esa dirección?


Sí, pero es un proceso lento, no exento de dificultades de todo tipo. Por fortuna, en el Valle de Aburrá existe un amplio espectro de conocimiento acumulado sobre planificación que es necesario llevarlo a esas nuevas realidades urbanas. Más allá de tener un amplio portafolio de documentos de planificación, de lo que se trata ahora es de dotarlos de abundante realismo político; es decir, de gobernanza. Ese realismo político, creo, puede beneficiarse mucho de la modelación que se viene haciendo de la problemática asociada a la calidad del aire y a los retos ambientales en general. Lo que se requiere es contar con la contribución de la academia, de los investigadores, de los empresarios, los líderes sociales en la adaptación de los nuevos desafíos tecnológicos, con el fin de que sean mucho más productivos y competitivos y, al mismo tiempo, dejen mayores contribuciones a la sostenibilidad de cara a los efectos reales y contundentes del cambio climático. Esa debe ser una acción concertada y, en palabras del jefe de la División de Desarrollo Sostenible dela Cepal, José Luis Samaniego, avanzar hacia el “gran impulso ambiental” , que no es otra cosa que adaptarse al cambio climático. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero está asociado a una serie de cambios en diferentes ámbitos, pero sobre todo en el de la planificación y de la economía misma, porque es urgente cambiar los hábitos de consumo.

Causas de la contaminación del aire en el mundo, según datos de la ONU​


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¿Lo que implica un cambio en los imaginarios?


Así es. Tenemos que caminar hacia un cambio de paradigma. Hacia esos imaginarios que sean consecuentes con las decisiones de los ciudadanos en el ya y el ahora, porque no es posible seguir pensando que nuestras acciones sólo van a afectar a las futuras generaciones, sino que estamos afrontando una emergencia actual y generando procesos que pueden llegar a ser irreversibles. El tema de la calidad del aire es un campanazo de alerta que debemos atender ya. La construcción de esos nuevos imaginarios requiere de un enorme liderazgo político y creo que en el Valle de Aburrá se está dando ese liderazgo. Prueba de ello es la designación de Medellín como sede de la Cuarta Revolución Industrial. 

¿Cómo aprovechar esta oportunidad?


Sin duda que es una gran oportunidad que no sólo debe comprometer los esfuerzos y apuestas de Medellín, de su área metropolitana, sino del país entero. El mundo tiene los ojos puestos en Medellín y eso debe ser compartido con el ciudadano de a pie. La ciudad debe garantizar que la gente se apropie de esa revolución tecnológica. Ese privilegio debe salir de las oficinas y permear todos los rincones del territorio, porque los efectos serán para todos. Esto no puede ser un logro sólo de una élite empresarial o política, sino un logro colectivo, más allá de una narrativa. Las ciudades que avanzan son aquellas que redistribuyen los beneficios que resultan de estos reconocimientos. Otro asunto tiene que ver con que es una gran oportunidad en la medida en que una parte de la adaptación al cambio climático requiere de una dosis alta de innovación. Hay que acelerar procesos más limpios en la industria, en el transporte, en la matriz energética y, por supuesto, en la planificación y usos del suelo de los territorios. Y, claro, la otra oportunidad que se abre es tener una gran visibilidad internacional que ayude a la convergencia de esfuerzos y voluntades entre actores locales y globales, en especial, en la consecución de recursos financieros, pero también humanos y de intercambio de conocimiento.

¿Vamos hacia la re-generación de las ciudades?


Sí y se aplica a toda la región, pero depende del contexto particular de cada territorio. En algunas zonas se trata de mucha renovación urbana, pero en otras puede ser consolidar lo que ya existe y en algunas hasta partir de cero. También se habla de una re-industrialización, porque se hace necesario cambiar los sistemas de producción hacia tecnologías limpias y renovables, hacia la descarbonización de las economías. Cuando hablamos del tema de la calidad del aire, por ejemplo, todas las miradas se centran en los modelos de producción más limpia, en sistemas de movilidad sostenible y eléctrica, en energías renovables y no fósiles, así como en cambios en los hábitos de consumo. En otras palabras, de lo que se trata es de innovación y de procesos incrementales de desarrollo sostenible. Sobre ese tema, los invito a leer en mi blog (LA Network) el útimo artículo sobre “Un gran impulso urbano en América Latina y el Caribe”.

¿Son los ODS una ruta segura en los cambios de paradigma sobre un nuevo modelo urbano en la región?


La ruta segura es la Nueva Agenda Urbana como aceleradora de los ODS. Y esa ruta nos lleva a un escenario en el cual podemos aplicar uno de los principios de la ONU y es que “no dejamos a nadie atrás”.