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Entramos en una fase definitiva para el futuro regional. La discusión del Plan Estratégico Metropolitano parte de la pregunta ¿Qué territorio queremos?

Es evidente y esperanzador que este territorio metropolitano ha hecho enormes esfuerzos en la planificación urbana y en estudios serios y valiosos de lo que el desarrollo tendría que significar en términos de equidad, integración, articulación y sostenibilidad. Esfuerzos como el Plan Estratégico de Antioquia, Bio 2030, las Directrices Metropolitanas, entre otros, así lo demuestran. 

No obstante, y siendo autocríticos, debemos reconocer que muchos de esos aportes se quedaron dormidos en los cajones y en los escritorios de las entidades que debieron mantenerlos vivos, actuales y dinámicos. No ha pasado sólo en el ámbito institucional público, sino también en los sectores privados, en la academia, el empresariado, los sectores sociales y en la ciudadanía. 

El Área Metropolitana del Valle de Aburrá, como autoridad ambiental y de movilidad, tiene la responsabilidad de revertir esa realidad. De hecho, el primer paso que dimos fue identificar el macroproblema del territorio para poder definir los lineamientos, planes y proyectos del Plan de Gestión que nos ayuden a resolverlo. No es gratuito que ese plan lo hubiéramos denominado Territorios Integrados y que una de las acciones más importantes que emprendimos fue conseguir que Envigado, con la ciudadanía ejerciendo su derecho a votar libremente, decidiera integrarse al Área. 

Ahora, si el macroproblema identificado fue “el bajo nivel de articulación y de integración de lo público, lo privado lo social, la academia y la ciudadanía alrededor del desarrollo urbano integral, la equidad y la sostenibilidad”, es nuestra misión romper ese distanciamiento colectivo y trabajar juntos para lograr el objetivo de hacer de este Valle de Aburrá un territorio sistémico, capaz de entender sus relaciones con el resto de municipios del Departamento. 

Cuando se habla del bajo nivel de articulación e integración no desconocemos que este Valle de Aburrá, con Medellín a la cabeza, y el Departamento, son de los territorios más avanzados en esos procesos de integración en el país, pero nos hace falta mucho. Ese bajo nivel de integración no sólo se da en el ámbito metropolitano, sino de lo metropolitano con lo regional y de lo regional con lo nacional. Nos ha faltado esa pluralidad en el debate sobre el conocimiento para llegar a encontrar los instrumentos necesarios para lograr esa integración. Nos hemos quejado durante muchos años del centralismo y siempre miramos hacia Bogotá, pero no nos hemos dado cuenta del modelo centralista que tenemos en nuestro propio territorio. Basta con mirar las cifras: de los 63 mil kilómetros de territorio que tiene Antioquia, sin contar con su plataforma marítima, el Valle de Aburrá ocupa poco más de mil 160 kilómetros, con el 95 por ciento de la población. Del territorio metropolitano, cerca del 70 por ciento es rural, y allí habita sólo el 5 por ciento de la población.

Esa concentración poblacional, esa metropolización, nos obliga ha replantear el modelo de ocupación al que hemos llegado y, entonces, la pregunta clave que resulta del macroproblema es ¿qué territorio queremos? No sólo como región metropolitana, sino que la pregunta debe hacerse desde lo micro hacia lo macro. Qué territorio queremos en nuestra propia casa, en nuestra cuadra, en nuestro barrio, en nuestro municipio, en nuestra región, nuestro departamento o nuestro país, incluso llegar a preguntarnos qué planeta queremos. Y esas respuestas aparecen si entendemos, de paso, tres preguntas fundamentales: ¿De dónde venimos? ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos? Es necesario, urgente y responsable retomar los instrumentos de prospectiva que hemos acumulado en este territorio para actualizarlos y hacerlos vigentes desde el diálogo, el consenso y la participación ciudadana. 

En ese contexto, y dadas nuestras responsabilidades como esquema asociativo territorial, hemos comenzado, y venimos avanzando, en la formulación del Plan Estratégico Metropolitano de Ordenamiento Territorial (PEMOT) como instrumento de planificación que nos permite esa articulación y esa integración.

El modelo de planificación y desarrollo urbano que proponemos y colocamos en la mesa para el debate respetuoso y serio es un modelo multiescalar, multidimensional, sistémico. 

De ahí nuestra decisión de acompañar al Departamento de Antioquia en la conformación de las Provincias Administrativas y de Planificación, porque reconocemos, y damos fe, de que la asociatividad es un instrumento muy valioso para lograr esa articulación y esa integración tan necesarias en la planificación de nuestros territorios.

Para saber hacia dónde vamos es preciso entender de dónde venimos y dónde estamos. 

Eugenio Prieto Soto

Director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá