Dentro de su metodología de trabajo, Medellín Cómo Vamos desarrolla mesas de trabajo a propósito de la calidad del aire en la región. La más reciente fue realizada junto con URBAM - EAFIT el pasado 11 de octubre. En ella se evidenció que actualmente los instrumentos para la gestión de la calidad del aire se enfrentan a tres retos: mejorar las capacidades de control de la autoridad ambiental, especialmente en las fuentes fijas; promover cambios en la política pública nacional para reducir las emisiones, y articular un sistema eficaz de gobernanza del aire para el Valle de Aburrá. 

En lo primero, desde 2016 mejoraron los sistemas de información sobre calidad del aire, y se amplió el número de brigadas para el control de emisiones a fuentes móviles, entre otras medidas. La mesa de trabajo nos permitió reconocer que la consolidación de la autoridad ambiental en la región, a pesar de que ha avanzado significativamente, no es una tarea cumplida. Uno de los principales pendientes en dicha consolidación es la conjunción de los distintos ámbitos de autoridad de la entidad y el fortalecimiento de sus funciones en materia de movilidad y planeación. 

El segundo reto ha mostrado también buenos resultados en la región, lo que se evidencia en la mejora en los combustibles y la actualización de la política nacional de calidad del aire. En los espacios de discusión promovidos por Medellín Cómo Vamos se ha identificado la necesidad de una mayor articulación con otras dependencias del gobierno nacional distintas a las autoridades ambientales y Ecopetrol, puntualmente en las entidades encargadas de la regulación del transporte de carga: Superintendencia de Puertos y Transportes y Ministerio de Transporte.

El último punto es el que representa los mayores retos para la región metropolitana. Una ciudad que amerita intervenciones integrales de calidad del aire necesita una mirada de largo plazo, con programas que tengan un sistema adecuado de monitoreo y evaluación. La experiencia de la política de gestión metropolitana de la calidad del aire entre 2007 y 2016, con un pacto por la calidad del aire en 2007 que mostró efectos significativos hasta 2012 pero no mostró efectos permanentes entre este año y 2016, nos dio lecciones sobre la necesidad de articular actores públicos, privados y a la ciudadanía organizada para que las políticas se fortalezcan o se complementen trascendiendo los cambios de administraciones municipales, pero que la calidad del aire como problema público no deje de promoverse en la agenda de la ciudad.