El Área Metropolitana del Valle de Aburrá encontró en la formulación de su Plan de Gestión “Territorios Integrados”que el principal macroproblema era la desarticulación entre los actores y la debilidad en el diálogo como instrumento de concertación intersectorial. Los problemas asociados a la calidad del aire como consecuencia de las dinámicas urbanas y una deficiente planificación fueron la oportunidad para sistematizar la problematica. Después de casi cuatro años de trabajo no sólo con los actores locales, sino regionales, nacionales e internacionales, el Área consolidó un Plan Integral de Gestión de la Calidad del Aire “PIGECA” y un protocolo denominado POECA. Así funciona el modelo. 

Objetivo general


Cuidar, proteger y mantener la calidad del aire del área metropolitana del Valle de Aburrá para salvaguardar la salud pública, elevar el bienestar social y propiciar un desarrollo metropolitano sostenible, en un territorio con tendencia a ser bajo en carbono y en emisiones​​.

Modelo conceptual​

De modelo sistémico a política pública territorial (Clic para ampliar)
​El tema de la calidad del aire será el gran primer énfasis que tendrá la Escuela de Ecología Urbana, porque esa es la principal problemática que afronta hoy el Valle de Aburrá, pero dejando en claro que esta iniciativa tomará muchas otras rutas, pues todo está contenido en lo que hemos llamado la Política Pública Territorial, que es el modelo sistémico que se ha desarrollado con la participación de todos los actores.

Para el director del Área Metropolitana, Eugenio Prieto, este modelo sistémico es el resultado de entender que el problema por la contaminación atmosférica se agrava si se aborda desde una posición individual o desarticulada con el resto de actores y, por eso, se vio como una oportunidad para integrar y articular los territorios.

La pregunta que se hace el director es “cómo sería este Valle de Aburrá sin el sistema metro, sin los metrocables, el tranvía, metroplús y las ciclorrutas dentro de un modelo sostenible de movilidad limpia, segura y amable.

La respuesta, entonces, fue sistematizar las problemáticas del territorio a partir de diagnósticos claro, basados en el conocimiento científico y con rigor técnico, porque lo más valioso de todo el ejercicio de diálogo fue darnos cuenta de que el amplio espectro de la planificación urbana que se había hecho durante décadas estaba guardado en los anaqueles y no tenía continuidad.

En otras palabras, que estamos planificando para unos territorios que ya no existen. Basta con superponer los mapas que se pueden hacer con la información contenida en los planes de ordenamiento territorial de los 10 municipios con los mapas que tiene EPM sobre los servicios públicos en energía instalados para darse cuenta que son dos realidades diametralmente distintas y contradictorias.

Con el tema de la calidad del aire sucede algo parecido, pero mucho más dramático. Hasta antes de 2016 no se conocía la dimensión de los efectos por contaminación atmosférica, pues los datos no estaban disponibles y, en consecuencia, era urgente y necesario sistematizar la problemática y hacer visible esa información, con el fin de unir esfuerzos con todos los actores en la solución del fenómeno y empoderar a la ciudadanía para la toma de decisiones y cambios en los hábitos cotidianos.

Ese modelo sistémico ha sido construido de forma colectiva y con amplia participación intersectorial. No sólo desde el ámbito local, sino regional, nacional e internacional, pues dentro del Plan de Gestión Territorios Integrados que aprobó la Junta Metropolitana en 2016, se tomaron los lineamientos emanados de la Cumbre de París sobre Cambio Climático (COP21, 22 y 23), así como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, la encíclica del Papa Francisco “Laudato Sí”, y la Nueva Agenda Urbana (Hábitat III), acordada en Quito, Ecuador, en octubre de 2016.

Ese modelo sistémico se desarrolla en las siguientes infografías​ y se muestra cómo el Plan Integral de Gestión de Calidad del Aire (PIGECA) ha sido un instrumento moderno y de reconocimiento internacional, con un Protocolo Operativo para Enfrentar Episodios por Contaminación Atmosférica (POECA) que no fue diseñado para enfrentar las contingencias, sino para prevenirlas, pues hay capacidad de pronóstico con rigor técnico, gracias a un Sistema de Alerta Temprana (​SIATA), considerado el más moderno de América Latina y disponible a los ciudadanos las 24 horas del día, los siete días de la semana.

Los resultados logrados sobre calidad del aire con la formulación del PIGECA y la activación del POECA puede verse en las páginas y no admiten duda de su eficacia. El Valle de Aburrá no sólo no es el territorio más contaminado de Colombia, sino que es el que mejor mide la calidad del aire. Esa ha sido otra apuesta colectiva para poner en el centro de lo que será la Escuela de Ecología Urbana.​