​​

El Área ha sido innovadora al aplicar el concepto de G​​​​​obernanza


La directora del Instituto Alexander von Humboldt, Brigitte Baptiste, lideró en Medellín el encuentro mundial sobre Biodiversidad, el primero que se hace en el Continente, y de paso por la ciudad habló de la experiencia del Área Metropolitana en torno a los temas ambientales y de calidad del aire, ejes centrales de la sostenibilidad territorial. Para la bióloga, lo que está pasando en el Valle de Aburrá es la mejor muestra de que es posible construir y articular el desarrollo cuando hay visiones conjuntas y legitimidad. Con el tema de calidad del aire, dice, se aplica muy bien el concepto de Glocalidad efectiva, que es uno de los temas que se abordaron en Medellín.


¿Cómo ve lo que está pasando con el tema del aire en este Valle de Aburrá?
El Área tiene un papel fundamental en la planeación territorial en la medida en que puede coordinar y articular los esfuerzos públicos y privados en torno a la definición de su modelo de ocupación. Esta entidad tiene una inmensa capacidad de mediar las discusiones entre todos los actores, tramitar las contradicciones y los conflictos, pero también de aprovechar las sinergias que hay entre los municipios que componen el Valle de Aburrá. Esas posibilidades abren espacios de innovación en la gobernanza del territorio, que además ha sabido aprovechar muy bien, y que representa poder dar una respuesta de fondo a los problemas del ordenamiento. Nosotros en el Área, sobre todo en el tema ambiental, siempre estamos hablando de la importancia de la gestión del conocimiento, de la investigación, de la innovación tecnológica, de la participación comunitaria y de los ciudadanos, pero todo confluye en la gobernanza.

¿Cómo se aplica ese concepto de Gobernanza, por ejemplo, al tema de calidad del aire?
El espectro de la gobernanza está siendo cada vez más aplicado en la consolidación de una ruta orientadora de la sostenibilidad, en su concepto más amplio y genuino. Tenemos muchos elementos dispersos, mucha gente trabajando alrededor de la sostenibilidad, pero realmente dónde nos encontramos y cómo nos conectados para entregar soluciones integrales a esos problemas comunes. Las dificultades aparecen y se acrecientan cuando uno de los actores trata de liderar solo lo que atañe a todos. Lo extraordinario que viene pasando en el Valle de Aburrá es que las decisiones y las acciones se toman de forma conjunta, por más que Medellín sea la ciudad núcleo y aporta la mayoría de recursos dentro de ese esquema asociativo. Es lógico que haya tensiones territoriales, porque hay diferencias de perspectiva, porque hay historias y capacidades distintas. Ese, creo, ha sido el gran aporte del Área al desarrollo metropolitano y es que ha venido articulando a través del diálogo esos intereses y los ha puesto en el rango de la gobernanza.

¿Y por qué nosotros no lo hemos logrado entender en esa dimensión?
El Área está haciendo un papel espectacular, no sólo para la región, sino como ejemplo para el resto del país, porque ha sido capaz de detonar procesos que van más allá de su jurisdicción y ha encontrado la fórmula de poner a hablar a todos en la misma dirección. Yo he presentado al Área Metropolitana en muchas partes del mundo como un ejemplo de innovación. Y esto es mucho más valioso, dado que estamos hablando de una instancia pública, cuando la inmensa mayoría de los ciudadanos han perdido la confianza en lo público. En varios países ven la experiencia del Valle de Aburrá como una posibilidad de aprender y aplicar todo el conocimiento acumulado en este territorio.

¿Cuáles crees que han sido los factores de éxito?
Propiciar y abrir espacios de diálogo y después concertar. Convocar a todas las fuerzas vivas es clave, pero lo es aún más escuchar, escuchar mucho, y no imponer. Mediar entre los actores, con estrategias, e ir construyendo poco a poco un discurso y también evidencias que no son paralizantes, sino que invitan a la acción. En el caso del aire, por ejemplo, podríamos decirle a la gente que tenemos que vivir en alerta roja y recibir todas las críticas. Aquí no ha pasado eso. Por el contrario, lo que aparece en medio de las contingencias son propuestas, compromisos, decisiones preventivas y las va mezclando como una buena receta para dar soluciones integrales.

¿Lo que los expertos llaman planeación estratégica?
Sí. El carácter estratégico de la articulación de todo el sistema es bien importante, pero el valor agregado que le ha dado el Área a su gestión hace la diferencia. No es sólo tomar decisiones, sino acompañarlas de argumentos técnicos y generar información nueva a partir de lo que le dan los distintos instrumentos de planeación. El agregar valor, que es lo que veo que está pasando en el Valle de Aburrá, hace posible que muchos países estén mirando con atención lo que aquí sucede.

Hay un concepto del que vienes hablando mucho y es el de “Glocalidad”. ¿Cómo aplicarlo a este Valle de Aburrá?
De hecho, mi última columna en la revista Semana, titulada “Glocalidad efectiva”, fue inspirada en lo que está pasando en este territorio metropolitano para volver a visitar el concepto de Glocalidad. Nos han dicho que hay que actuar localmente, pero pensar globalmente. Al comienzo fue una buena idea, pero aplicarlo es muy complicado. Cómo hace uno para comportarse como ciudadano del mundo cuando tiene todos los días encima los problemas de la contaminación del aire, la falta de agua potable, el mal manejo de los residuos sólidos… Tejer la acción desde los ciudadanos hacia los gobiernos locales y de éstos hacia los órganos metropolitanos y luego hacia los espacios regionales y nacionales, es un arte nuevo que los ciudadanos estamos reinventando, porque la democracia representativa no es suficiente para garantizar que eso fluya.

¿Cómo lograrlo entonces?
El éxito de las propuestas de gobierno que vengan en el futuro van a ser más de integración de escalas que de trabajo a profundidad dentro de la misma escala. Porque sabemos que aunque haya alcaldías muy buenas, algunas no logran encontrarse en el punto preciso para colaborar, y el resultado final no es el mejor, porque surgen tensiones y conflictos. Entonces, la clave es cómo promovemos la cooperación desde las bases hacia arriba, en distintos niveles de agregación, que están bien comunicados entre sí, que fluyen bien y legitiman los procesos. Eso implica tener mecanismos complementarios a lo meramente electorales, pues se amplía la participación, que fortalece la institucionalidad e impide que se individualicen los procesos, que se politicen.

¿Cuáles pueden ser los factores de riesgo en la consolidación de los procesos que están en marcha en este Valle de Aburrá?
Creo que hay dos elementos fundamentales que logran equilibrar el desajuste que hay en los tiempos de gestión que hay entre lo público y lo privado. Uno, son los actores privados que sí tienen perspectiva de planeación de 10, 15 o 20 años para poder competir entre sí. Ellos quieren persistir para el largo plazo. Y ahí coinciden la sociedad civil y las organizaciones con un color radical en el logro. Nosotros estamos luchando para que nuestros hijos sigan viviendo bien en el territorio. Esos actores, cuando a veces entran en contradicción, tienen la posibilidad de poner en orden a los actores públicos que sólo pueden pensar a dos o tres años. Más temprano que tarde va a haber un arreglo de cargas, pues ya lo estamos viendo en muchas partes.

A muchas partes adonde voy siempre pongo como un ejemplo de éxito al Área Metropolitana del Valle de Aburrá, porque esta entidad ha sabido aprovechar sus enormes capacidades técnicas en la articulación de los procesos de planeación estratégica. En este territorio se conjugan  el diálogo y la gobernanza para legitimar la institucionalidad.


Brigitte Baptiste
Directora Instituto Humboldt