Los hábitos de consumo, la forma como nos movemos y como generamos energía en la mayoría de sociedades, son la principal causa de un mal que amenaza nuestra existencia:
la contaminación del aire. Aunque la mayoría de las principales urbes ya han prendido las alarmas, algunas industrias no tienen procesos eficientes para la generación de energía, produciendo mayores emisiones, y muchas personas no tienen conciencia del impacto que genera en la calidad del aire, la forma como deciden movilizarse, usando preferencialmente su vehiculo particular que funciona con combustibles y en ocasiones, sin las adecuadas condiciones técnico mecánicas.
Acelerado crecimiento urbano
Los casi 4 millones de habitantes que tiene el Área Metropolitana están ubicados en 1.157 kilómetros cuadrados. Eso quiere decir que el 58,5% de la población del departamento de Antioquia está ubicada en el 1,8% del área total.
Lo cierto es que, año tras año, así como en distintos puntos de la Tierra, aumentan los habitantes en las ciudades, el consumo y, por lo tanto, la contaminación.
Geografía y condición morfológica
Se se ha demostrado que la ubicación de una gran urbe dentro de un valle o cadena de montañas, puede tener un efecto negativo sobre la dispersión de contaminantes, caso del Valle de Aburrá, cuyos municipios están asentados en un valle estrecho, rodeado de altas montañas. Además, las condiciones climáticas (cambios predecibles anualizados de temporada seca a temporada de lluvias y viceversa) afectan la dispersión de los gases y las partículas generadas por la industria, el transporte y los hogares.
Clima y condiciones meteorológicas
Las condiciones meteorológicas, sumadas a la morfología del Valle de Aburrá, incide en la concentración de contaminantes atmosféricos. En este nivel se encuentran la temperatura, la humedad relativa, la nubosidad, la transición de la temporada seca a la de lluvia, la velocidad y dirección del viento, la estabilidad y presión atmosférica.
Capas que impiden que el aire contaminado se disperse
El cuarto factor es la inversión térmica, fenómeno que va en contra de la lógica de temperaturas (más frío en zonas altas y más calor en zonas bajas), lo que dificulta la circulación del aire. Esta inversión ocurre preferentemente en las mañanas y, con la disminución de la velocidad del viento, ocasiona que los contaminantes se queden a ras de piso más tiempo del normal, lo que impide que asciendan y salgan del Valle, propiciando la formación de contaminantes secundarios por química atmosférica.