Habitar un territorio al que no pertenecen, es uno de los tantos problemas que viven a diario los animales que sufren el tráfico de fauna silvestre y exótica. Su crimen: tener una apariencia extraordinaria, cantar, parlotear o llamar la atención de quienes aún no tienen conciencia del bienestar de estas especies.

La delicada situación actual del tráfico de fauna en Colombia, particularmente en Antioquia, debería ser tema de reflexión diaria, así como de acciones de control, recuperación y liberación que ejecutan entidades que tienen esa autoridad, como el caso del Área Metropolitana del valle de Aburrá. Es por eso que hoy, en el día mundial de la vida silvestre, queremos ahondar en esta reflexión.

Cuando hablamos de convivencia no solo nos referimos a evitar el uso de la violencia física contra otros seres humanos, las acciones con los animales también hacen necesaria una reprogramación cognitiva respecto al uso adecuado de los recursos naturales. El fenómeno del tráfico de animales es el tercer tráfico que más produce dinero a nivel mundial y, aunque se ha avanzado en esta materia al crear legislaciones que protegen la fauna, el problema está muy lejos de solucionarse, ya que necesita un verdadero compromiso de las autoridades y la ciudadanía en general.

Conocedores, investigadores e interesados en el tema de fauna silvestre en nuestra metrópoli, se encontraron en el Centro Cultural de Moravia para desarrollar lo que llamaron la Conversación en cuatro bocas: Fauna Silvestre, moderados por Róbinson Úsuga, escritor del libro Traficantes de Animales y ganador de las Becas de Creación del Centro de Desarrollo Cultural de Moravia 2017. Junto a él, hicieron parte del conversatorio: Paulina Pulgarín, editora de contenidos para AnimaNaturalis Internacional; Carolina Sanín, jefe de Diversidad y Conservación del Parque Explora; y Víctor Manuel Vélez, biólogo marino y representante del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

En Medellín, es común mirar en las ventanas de las viviendas vecinas algunos gatos, el sobrevuelo de imponentes aves y la gente que saca a pasear sus perros. Con 316 especies de aves, 100 especies de mamíferos y 43 especies de anfibios y reptiles, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá es una región con una biodiversidad considerable. Esos animales y nosotros, como seres humanos, somos parte de un ecosistema natural en el Valle de Aburrá; nos necesitamos, convivimos. Así como sería absurdo que un oso de anteojos, al que le pareciéramos simpáticos, nos llevara a vivir a su entorno, debemos esforzarnos por entender nuestra relación ética con los animales, conocer a fondo las diferentes funciones biológicas de los hábitats,  y cuestionarnos sobre por qué tomamos la decisión de traer una especie silvestre a nuestro hogar.

En consecuencia, los animales son los grandes afectados por esta problemática, ya que sólo un pequeño porcentaje de los individuos que son retirados de sus entornos, logran sobrevivir. De hecho, se presume que aproximadamente el 80% de los animales que son víctimas del tráfico ilegal, mueren en el proceso. Además, aquellos que son recuperados, difícilmente pueden regresar a su hábitat natural, debido a que sus conductas naturales han sido modificadas y pierden la capacidad de autosuficiencia o partes de sus cuerpos mutiladas.

Como autoridad ambiental en la región, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, hace grandes esfuerzos en cuanto a esta problemática; por ejemplo, desde el 2016 hasta la fecha, se han logrado valiosos y exitosos resultados en compañía de varias autoridades ambientales de la región, traducidos en 12.103 entregas voluntarias e incautaciones y 6.685 liberaciones y/o reubicaciones. Esto muestra que no tiene sentido hacer incautaciones y quitarle el animal a quien lo posee, si no hay un proceso de sensibilización y educación, si no comprendemos el daño que se les está haciendo a los animales de fauna silvestre y si no hay un reconocimiento por el otro. Este tipo de actividades educativas son necesarias ya que, además de desincentivar una conducta delictiva y de generar una verdadera conciencia ambiental en los individuos, se muestra el existente peligro que estamos enfrentando al no comprender realmente la función ecológica y biológica que cumplen las demás especies en nuestro entorno.

Es importante que entendamos el rol activo que como ciudadanos debemos tener frente a esto, ya que somos el gran eslabón de esta cadena. También, es necesario encontrar un equilibrio entre el Estado y la sociedad, desde la educación y la sanción social, porque mientras la ciudadanía no deje de ofertar por estos animales y consumirlos, la cadena nunca se romperá y seguirá dejando a su paso, ecosistemas arruinados y cientos de miles de animales muertos, en cautiverio y en posible peligro de extinción.

Como autoridad ambiental, reiteramos la importancia de tomar conciencia de que Tu casa nunca será su hogar. Déjalos vivir en libertad.