La directora de Créame, incubadora de empresas, Liliana Gallego, es una de las aliadas estratégicas del Área Metropolitana en la consolidación del Programa de Emprendimiento Sostenible como un instrumento hacia la equidad humana y territorial. Lleva en su ADN la promoción, acompañamiento y diversificación del talento instalado en los territorios integrados y ahora tiene puestos sus ojos en la aprobación del nuevo Plan de Desarrollo del Gobierno Nacional en torno a los Negocios Verdes.

La doctora Liliana Gallego, directora de Créame, incubadora de empresas, ha estado al frente durante estos primeros siete años del programa de Emprendimiento Sostenible Metropolitano, y nos cuenta cómo ha sido este proceso de generación de capital social y de creación de empresa, así como las razones de por qué es un modelo y un referente para el país, en especial dentro de la llamada economía naranja que promueve el Gobierno del Presidente Iván Duque Márquez. 

¿Cómo ha sido todo este proceso del Emprendimiento Sostenible?


Liliana Gallego, directora de Créame: Después de siete años ininterrumpidos de convocar lo mejor de nuestro talento, ha sido muy valioso que los equipos del Área Metropolitana y Créame hayan podido hacer una construcción colectiva, se hayan unido, en torno a sacar adelante un proyecto de emprendimiento e innovación sin par en Colombia, con el que se pudiera demostrar que sí es posible generar riqueza y tejido empresarial con criterios de sostenibilidad, pero también con rentabilidad, no sólo económica, sino social. 

¿Un cambio de paradigma?


Efectivamente. Hemos demostrado con resultados extraordinarios que el emprendimiento y, sobre todo, el emprendimiento sostenible hace sentido con el desarrollo económico y crea miles de oportunidades de tener empleos dignos y de alta transferencia de conocimiento. Y también que la industria de la sostenibilidad no sólo aporta al medio ambiente, pero también genera valor en sí misma. Antes pensábamos que cuando hablábamos de sostenibilidad, básicamente, estábamos hablando de filantropía. Uno de los primeros temas que comenzamos a demostrar con el programa de Emprendimiento Sostenible Metropolitano es que se pueden crear empresas que sean rentables y sostenibles, que impacten la economía y la generación de empleo con alto valor de conocimiento. 

¿Cuáles han sido los aprendizajes mutuos?


Esta construcción colectiva de capital social y de economía sostenible nos ha permitido transferir conocimiento y dejado capacidades en los 10 municipios del Valle de Aburrá, que por otra parte, se convirtieron en casos de éxito que muchas otras regiones del país miran con optimismo y como ejemplo de que sí es posible transformar los territorios con equidad. 

¿Y sobre todo generar confianza en la institucionalidad?


Es de los grandes activos que hoy tenemos. El Área Metropolitana es hoy una institución de vanguardia en el país y en otras regiones del Continente, con una gran experiencia en el modelo de intervención y de planificación de los territorios, que se suma a la larga trayectoria de Créame como incubadora de empresas, que ya lleva 22 años trabajando en los procesos de emprendimiento. Haber unido esas dos capacidades hizo posible demostrarles a las comunidades que sí se puede, con transparencia y participación ciudadana, hacer realidad muchos sueños y muchas ideas que terminan siendo grandes empresas. En estos primeros siete años, no menos de 2.000 iniciativas de emprendimiento se han presentado a las convocatorias y en su inmensa mayoría hoy son negocios que funcionan muy bien y generan riqueza y empleo. 

Son siete años y mucha gente ha pasado por el programa. ¿Recuerda algo especial que refleje lo que en últimas es un sueño colectivo?


Son muchas experiencias lindas y grandes historias para contar. Podría decirle que hay una que nos motivó mucho a seguir trabajando por los territorios. Una reconocida planta textil de la ciudad estaba a punto de cerrarse e iba a dejar a cientos de trabajadores y a sus familias en la calle. Les dimos la mano y los acompañamos para que con el techo de la planta pudieran hacer fibras textiles y hoy en día la compañía está en plena expansión, generando cientos de empleos y produciendo a gran escala. Ecomasillas es otro ejemplo, porque todo el conocimiento de un padre que aprendió de forma empírica lo transfirió a su hijo y hoy esa empresa es una de las mejores en temas de impermeabilización y ocupa espacios en grandes superficies. Esto ha sido una fábrica de sueños y una multinacional de oportunidades. Es una realidad de vida. 

Un eje estratégico del programa es la integralidad, ¿por qué?


Nos hemos ido retroalimentando con cada convocatoria y aprendiendo de los emprendedores. Para mí es el programa más integral que tiene el país en torno al emprendimiento sostenible. Hoy tenemos el Club Metropolitano de Emprendimiento, donde no nos quedamos sólo con acompañar a las personas que tienen una idea de negocio o un emprendimiento de negocio, sino que hemos llevado el modelo a las escuelas. Ya son más de 150 instituciones las que hemos visitado y motivado la participación de los estudiantes en temas de innovación y emprendimiento. Formamos el personal docente y directivos docentes para que promuevan las iniciativas y ellos mismos se conviertan en emprendedores y validadores. Acompañamos a los emprendedores para que accedan a los créditos de fomento y somos aliados de ellos en la apertura de mercados y nuevos negocios. Trabajamos con una especie de red colaborativa para el emprendimiento sostenible. 

Pero todo no es color de rosa. ¿Cuáles son los principales obstáculos de los emprendedores luego de plasmar su negocio?


El programa contempla una fase de acceso a mercados. Tenemos identificación de portafolios y los llevamos hasta los clientes potenciales. Los ayudamos en las primeras ventas y en las identificaciones de los clientes, construcción de oferta y el cierre de los negocios. Ellos no están solos. Las empresas que salen del programa de Emprendimiento Sostenible Metropolitano tienen la oportunidad de entrar en el ecosistema, de hacer parte del programa de aceleración de empresas de la Alcaldía de Medellín, de hacer parte de Enforma de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, de recibir recursos de fomento de Impulsa del Gobierno nacional, conseguir apalancamiento de grandes inversionistas que acompañan a Colombia. Tienen la posibilidad de hacer parte del programa de mentorías de Proantioquia y del programa de la Andi del Futuro que lidera la ACI. 

¿Y cómo ha sido el empalme con el nuevo Gobierno, que tiene el emprendimiento como eje fundamental para mejorar la economía naranja?


Hemos participado en la mesa de emprendimiento, pues de hecho Créame representa a las incubadoras de empresas de todo el país, y vamos de la mano de los distintos agentes líderes del emprendimiento en Colombia y trabajamos con el Ministerio del Medio Ambiente en todo el programa de Negocios Verdes. Colciencias nos apoya en el desarrollo del proyecto de creación de empresas de base tecnológica. Con el Ministerio de las TIC lideramos en Barranquilla, Bogotá y Medellín todo el programa de fortalecimiento de nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones que va de la mano con la economía naranja que tanto promueve el Presidente Iván Duque. Créame tiene la presidencia de la Red de Aceleración de la Alianza del Pacífico, en la que nuestros emprendedores pueden hoy aterrizar de manera suave en Chile, México y Perú, integrantes de dicha alianza. Vamos a internacionalizar las empresas que durante estos siete años de existencia del programa han hecho parte del Emprendimiento Metropolitano. 

¿Qué le pediría a Papá Noel en esta Navidad para los emprendedores?


Siempre he soñado con que las medianas y grandes empresas les abran las puertas a todos estos emprendedores. Espero que en 2019, muchas de estas compañías se la jueguen para que los jóvenes emprendedores sean los actores fundamentales de sus proyecciones de negocios, como proveedores, como aliados estratégicos para desarrollar nuevos productos y servicios, que sean sus socios en la apertura de nuevos mercados y que de verdad incorporemos a nuestra economía todo el talento y la capacidad de los jóvenes con ideas de innovación. Los emprendedores no están pidiendo que hagamos con ellos filantropía, sino oportunidades. El mejor aliado de una empresa es un emprendedor, porque permite crecimientos de forma acelerada y a menores costos, permite involucrar la innovación en los procesos de producción y hacer realidad para Colombia todas las ventajas de la llamada economía 4.0.