• La Junta Metropolitana aprobó el Plan Estratégico Metropolitano de Ordenamiento Territorial, el primero y único en Colombia, que permitirá avanzar en el desarrollo armónico no sólo del Valle de Aburrá, sino del Departamento y del país, como quiera que establece lineamientos y visiones multiescalares y multinivel, respetando las autonomías de cada municipio, pero acordando con ellos políticas de más largo plazo.
El diagnóstico recurrente sobre el territorio metropolitano ha puesto en evidencia que a pesar de que ha habido valiosos esfuerzos por más de tres décadas de trabajo desde el Área Metropolitana por construir armonía, cooperación e integración entre los 10 municipios y sus entornos, tenemos una realidad con varias dimensiones que ha hecho difícil, y en muchos casos imposible, esa coordinación interinstitucional que se requiere para avanzar en un modelo de planificación con sostenibilidad.

Hay dificultades normativas, de tipo jurídico, institucionales, sociales, económicas. A eso hay que sumarle las dificultades por las dinámicas de urbanización, del poblamiento, en nuestro país desbordan muchas veces las capacidades de respuesta.

Lo que se encontró en el proceso de diálogos ciudadanos y en la amplia socialización con todos los actores del territorio sobre el Plan Estratégico Metropolitano de Ordenamiento Territorial es que si somos capaces de ponernos de acuerdo bajo la visión de los Territorios Integrados Sostenibles Inteligentes, que son los apellidos del PEMOT, los municipios, la región y el país, ganarían en capacidad para hacer mejor todos la tarea de ordenar con armonía y sostenibilidad el territorio.

En ese diálogo permanente se hizo evidente la dificultad para que el sistema de planificación, los marcos normativos, las decisiones sobre las grandes infraestructuras o sobre el desarrollo regional, la armonización entre las autoridades ambientales, la Gobernación y el Gobierno nacional, conversen y se encuentren en lo fundamental.

Todo eso ha generado ineficiencias, problemas reales en términos ambientales, asimetrías económicas, pérdidas en la competitividad de los territorios y, por ende, de oportunidades para todos.

El PEMOT, que es un plan de nueva generación normativa, pues es la primera vez que se formula, tiene como propósito contribuir a lograr una etapa de armonización en la que las agendas frente al desarrollo, el medio ambiente, el hábitat, los equipamientos, las infraestructuras, la movilidad, el suelo, la vivienda, los servicios públicos, y las demás dimensiones del desarrollo, cuenten con una mejor opción cuando se trate de tomar decisiones estratégicas sobre el territorio del Valle de Aburrá y su aglomeración metropolitana, sobre la región central de Antioquia y sobre la propia Antioquia.

El PEMOT es un documento y una estrategia de referencia que permite que entre todos tomemos decisiones compartidas de forma armónica y coordinada. En otras palabras, el PEMOT viene a hacer la posibilidad de tener una mirada compartida de largo plazo, con el compromiso de todos los niveles y de liderazgo, para que todos pongamos y todos ganemos.

Este Valle de Aburrá tiene enormes retos por resolver de cara al futuro. Uno umbilical es la gestión eficiente del recurso hídrico, pero también el de la energía, la producción de los alimentos, la gestión del desarrollo y la competitividad económica, ambiental y social, la solución de los problemas de espacio público, la dotación de equipamientos metropolitanos, de suelos para el desarrollo de vivienda de interés prioritario, la gestión de la movilidad sostenible y contra la contaminación ambiental, la consolidación del desarrollo alrededor del eje del río Aburrá-Medellín y la protección de los ecosistemas.

Luego, estamos hablando de una estrategia de ordenamiento del territorio que nos permite que todos tengamos una visión de que el territorio es uno solo y que no tenemos la posibilidad de que con planes sectoriales desarticulados, con proyectos regionales desarticulados, y con decisiones municipales, regionales y nacionales desarticuladas, podamos construir una nueva agenda urbana.

Es un hecho real y cierto es que el fenómeno de la aglomeración metropolitana es la ciudad del siglo XXI. La figura del municipio ya es insuficiente como modelo de gestión del territorio y, entonces, la ruta es la asociatividad.

Ir al PEMOT y, posteriormente, revisar y ajustar el Plan Integral de Desarrollo Metropolitano, retomando los muy valiosos y completos procesos de planificación que se han hecho durante más de tres décadas, permitiría acordar y consensuar cómo desarrollarnos en el futuro para que buena parte de las dificultades que ahora estamos enfrentando, muchas de ellas diagnosticadas en el pasado, puedan resolverse.

El PEMOT es un instrumento de planificación, es un acuerdo, que permite entender qué significa trabajar juntos en términos de mantener y preservar la autonomía de los entes municipales. Es posible, deseable y conveniente, mantener niveles de autonomía y, al mismo tiempo, construir mecanismos de trabajo armónico integrado.

Lo que tenemos que lograr como sociedad es ver qué agenda es de carácter municipal, cuál es de orden regional y cuál del ámbito nacional e internacional.

El PEMOT, desde su propia estructura y definición legal, es un plan que reconoce plenamente la autonomía municipal. Es un plan que entiende que el nivel de regulación del suelo y el ordenamiento territorial planteados en los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) son de competencia de los alcaldes y de sus concejos municipales y eso no lo puede desconocer ni violentar el PEMOT.

Lo que hace el Plan Estratégico es construir los mecanismos y brindar los instrumentos necesarios para armonizar y articular todas las dimensiones del desarrollo.

Acá, sí y solo sí trabajamos juntos, vamos a poder asegurar la sostenibilidad ambiental, económica y social del territorio, así como propiciar las condiciones para una competitividad que supere las asimetrías en la equidad, una movilidad sostenible, amable y segura, espacios públicos de calidad y una calidad de vida que llegue a todos los ciudadanos metropolitanos.

El gran reto es consolidar una región, ya no sólo con una capital potente, sino un territorio metropolitano que en su conjunto sea potente, competitivo, dinámico, y que permita superar las dificultades locales, regionales y del país.​