​​​

  • ​C40 es una organización internacional que agrupa a 90 de las más grandes ciudades del mundo y su objetivo central es descarbonizar las economías de dichos países. Medellín preside actualmente su Junta Directiva y contó con la presencia de su director regional para América Latina, Manuel Olivera, durante la realización del Foro de Ciudades (IFEMA). Hablamos con Olivera sobre los avances en materia de lucha contra el cambio climático y el papel de Medellín en C40.

Es colombiano, director para América Latina del C40, el selecto grupo de 90 ciudades líderes contra el cambio climático, y conoce como pocos lo que viene haciendo el Valle de Aburrá en términos de sostenibilidad como un concepto del desarrollo que va más allá de lo ambiental, porque supone lo social y lo económico.

El C40 tiene poco más de una década de estar trabajando articuladamente con las más grandes urbes del mundo, en busca de establecer un diálogo multisectorial y multiescalar, con el fin de concertar una nueva Gobernanza planetaria que permita revertir los efectos del cambio climático en nuestro planeta. Su objetivo es tener ciudades bajas en carbono y cero emisiones en 2050. 

Es Manuel Olivera y con él pudimos hablar sobre por qué Medellín y su área metropolitana son ahora un referente internacional en torno a movilidad sostenible como uno de los elementos centrales dentro de la planificación de los centros urbanos. Estuvo en la instalación del Foro de Ciudades y estas son sus apreciaciones.

¿Cuál es hoy el objetivo central de C40?


Manuel Olivera: Sigue siendo el de asegurar que nuestras ciudades sean sostenibles, es decir, que podamos descarbonizar sus economías. Se trata de tener unos recursos disponibles para ello y afortunadamente tenemos unos donantes que nos ayudan a acercarnos a las ciudades, porque, al fin y al cabo, el tema termina pasando por recursos, no sólo por proyectos, sino, y sobre todo, por la apropiación que de ellos hace la sociedad desde una posición positiva y constructiva y de movilización para sacarlos adelante. Nosotros en C40 estamos buscando que en 2050, todas nuestras ciudades sean neutrales en carbono. Esto implica generación de empleo y por eso trabajamos muy de la mano con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

¿Y esas ciudades están alineadas con esos ODS?


Por supuesto, porque no tendría sentido imaginarse cómo será una ciudad dentro de 20, 30 o 50 años, si no trabajamos desde ya en las soluciones que nos permitirán hacerlas viables, y no en unos esqueletos urbanos.

¿Cómo funciona el modelo C40 en esa perspectiva?


Hemos diseñado y puesto en marcha un modelo que nos permite trabajar con ellas a través de un esquema de planificación en el que todo responde a una lógica, los proyectos tratan de comunicarse con los planes locales y los programas de gobierno y conectarse de forma vertical con lo regional y lo nacional para que tengan sentido de mediano y largo plazo y perduren.

¿Un modelo ecosistémico del desarrollo?


Sí, eso es clave entenderlo desde esa perspectiva. Las dinámicas de las grandes urbes son muy grandes y necesitan herramientas de adaptación muy ágiles y complejas que sirven en la medida que se integren. Las ciudades son en sí mismas ecosistemas. De ahí que nosotros hayamos incorporado en nuestros programas la acción climática como soporte a lo que vienen haciendo los gobiernos locales. En la visión de la acción climática que tenemos en C40 podemos decir que hemos considerado elementos diversos, pero de nada serviría hacerlo si no utilizáramos los aprendizajes recogidos en distintas ciudades, si no conectáramos a los alcaldes para que aprendan lo que hacen otras ciudades, para que sus funcionarios hablen de las buenas experiencias y construyan nuevos conocimientos.

Luego, es un gran paso la creación de la Escuela de Ecología Urbana que oficializó hace unas semanas el Director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá…


No cabe duda de que este territorio sigue dando pasos importantes hace la sostenibilidad de sus centros urbanos y, sobre todo, en la sostenibilidad de un valle complejo y único por su condición geomorfológica. Lo valioso de todo es que se han creado procedimientos para llegar a las soluciones. Al final del día, todo gira alrededor de un procedimiento. Hasta para morirse hay un procedimiento. Identificar claramente cuáles son los procedimientos, esos cómo, es lo que les permite a las ciudades sacar delante de forma más acelerada sus proyectos. Esa es la experiencia que compartimos desde C40 en urbanismo, en resiliencia, en planificación y en movilidad.

A propósito, ¿es la movilidad el gran reto de las ciudades?


Sí, pero no el único, porque la movilidad tiene que ver con muchas otras cosas. Nos llama poderosamente la atención que dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible no exista uno que se refiera exclusivamente a la movilidad. El objetivo de movilidad no existe, existen metas, existen actividades dentro del objetivo de ciudades que tienen que ver con movilidad. Y resulta raro eso, porque la movilidad es como el circuito, el flujo sanguíneo de cualquier ser vivo. Y entonces, sin movilidad en las ciudades, hay muerte.

¿Y nos estamos muriendo acá, en este Valle de Aburrá, o vamos por buen camino, dado el modelo de movilidad multimodal que se ha implementado?


Hay muchos aprendizajes que tiene Medellín y su área metropolitana para compartir. Basta con observar lo que se viene haciendo en términos de salud con la gestión de la calidad del aire y el problema que tienen muchas de nuestras ciudades por contaminación no es el mismo que enfrenta Medellín. Acá se está haciendo una tarea formidable, de una forma mucho más estricta y rigurosa a como lo hacen otras ciudades, y eso habla muy bien de este territorio. Por eso es que podemos traer acá eventos como este del Foro de Ciudades, que por primera vez sale de Madrid (España), porque lo que se está haciendo en el Valle es un referente internacional. Luego, vamos por buen camino y es necesario insistir en la necesidad de descarbonizar nuestras urbes. Y en términos de movilidad, el sistema tiene que estar libre de carbono; y el carbono, tiene dos fuentes centrales en torno a la movilidad: el petróleo y el propio carbón, aunque este último cada vez se usa menos. Entonces, el objetivo sigue siendo el uso de combustibles fósiles.

De ahí lo valioso del sistema masivo de transporte y la apuesta por la movilidad eléctrica en la ciudad y el Valle de Aburrá…


Sin duda. Lo que está pasando en Santiago de Chile es distinto a lo que viene haciendo Medellín, por ejemplo. Lo de Medellín es extraordinario, porque acá se tomó la decisión de que la ciudad, y sus recursos, avanzara en la adquisición de una flota vehicular para sacar adelante un proceso de transformación que demostró que sí se podía. Nosotros en C40 pusimos una gota con los recursos de cooperación internacional que se consiguieron con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

¿Y qué tiene que seguir pasando para lograr esa descarbonización del sistema?


Mostrar las cosas buenas que están haciendo estas ciudades como Medellín y Santiago de Chile, y decirles a las que se están quedando atrás que es posible comenzar un nuevo camino hacia la movilidad sostenible y hacia la economía que usa energías limpias y alternativas. Lo que hacemos en C40 es, precisamente, juntas esas experiencias exitosas y compartirlas en una red de ciudades sostenibles y bajas en carbono. Si algo tiene que pasar es que entendamos que el petróleo no va a estar ahí por siempre. Y la pregunta que hago en muchos escenarios es ¿dónde está la genialidad económica de nuestros países para inventarse entornos de desarrollo sin petróleo?, porque éste se acabará, y punto. Por eso digo que los chilenos son muy felices, porque han resuelto muchos de sus problemas por no tener petróleo. Hacia allá tenemos que ir todos.