Con la entrega de la primera fase del estudio Eventos en salud asociados a la exposición en corto plazo a los contaminantes del aire en los municipios del Área Metropolitana entre 2008 y 2015, se confirma que la ruta emprendida con el PIGECA, el POECA, y el Pacto por la Calidad del Aire es la correcta para seguir mejorando la calidad del aire en la región.

María del Pilar Restrepo, subdirectora Ambiental del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, destaca que con la presentación del estudio Eventos en salud asociados a la exposición en corto plazo a los contaminantes del aire en los municipios del Área Metropolitana entre 2008 y 2015, toman fundamental relevancia las acciones emprendidas para reducir las concentraciones de contaminante crítico en el aire de la región, lo que redundará en mejores condiciones de salud para los habitantes. 

¿Cuáles son los principales resultados que deja el estudio?


Para el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, este estudio de Contaminación atmosférica y sus efectos sobre la salud de los habitantes del Valle de Aburrá es un trabajo que resaltamos porque está en la frontera del conocimiento y es el primero en su tipo que vincula un ejercicio multiciudades. 

Hay que resaltar que hay una análisis multiciudad que va a permitir una clara correlación entre la contaminación atmosférica y los efectos en la salud de los habitantes. 

También sirve mucho porque, trabajado desde 2008 a 2015, los resultados nos permiten inferir que la ruta en que estamos como sociedad metropolitana con nuestro Plan Integral de Gestión de la Calidad del Aire (PIGECA) y nuestro Protocolo para Enfrentar episodios de Contaminación Atmosférica (POECA) y el Pacto por la Calidad del Aire se ha reducido en 10 microgramos por metro cúbico esa probabilidad de seguir incrementando el contaminante crítico del PM 2.5, ya en este momento estamos en un promedio anual de 24 microgramos por metro cúbico, que, incluso, superó los pronósticos que teníamos con el PIGECA, pues esto nos da una idea de que tenemos que seguir en ese esfuerzo. Porque el estudio lo que nos dice es que mientras se incremente 10 microgramos por metro cúbico de PM 2.5 hay más probabilidad de tener algún tipo de riesgo de morbilidad o mortalidad por los efectos asociados a la contaminación del aire. 

De ahí que todos los esfuerzos que podamos hacer como sociedad metropolitana a escala local, regional, nacional o internacional para mejorar las condiciones de la calidad del aire y disminuir las concentraciones de este contaminante crítico son bienvenidas porque el estudio nos da cuenta de que cada vez que hay ese incremento suben también los riesgos asociados para morbilidad y mortalidad específicamente pare enfermedades agudas de tipo circulatorio y respiratorio que fue en lo que se centró esta primera parte del estudio. 

Resaltamos también que todo ese aprendizaje que hemos tenido de 2016 a la fecha, donde la Organización Mundial de la Salud ha resaltado también nuestro estado de prevención, pues toda esta gestión de los episodios de contaminación debe seguirse potenciando y mejorando para que se pueda controlar la contaminación de una manera efectiva, poniendo en el centro la salud de los habitantes. 

¿Cuál es el mensaje que se la da a la comunidad teniendo en cuenta que hay versiones equivocadas en cuanto a las cifras de morbilidad y mortalidad por calidad del aire en el Valle de Aburrá? 


Nosotros ponemos siempre la salud en el centro y en ese orden de ideas es muy importante todo lo que se realiza. Así el riesgo que obtenido en los resultados del estudio sea bajo, se muestra que es de un 0,2% para mortalidad, tenemos que seguir haciendo esfuerzos para reducir ese riesgo, tanto en morbilidad como en mortalidad. Lo que le podemos decir a la ciudadanía es que acá hay unas autoridades ambientales fuertes, una institucionalidad pública, privada y una academia comprometida. También una sociedad civil que ha respaldado todo este ejercicio y que si no es por ese movimiento sinérgico que estamos haciendo no hubiéramos logrado una disminución tan significativa en la concentración de contaminantes.

Lo primero es agradecer a todos estos actores porque uniéndonos en un propósito que es común como el mejoramiento de la calidad del aire hemos logrado esta mejora sustancial y hacer un llamado para que sigamos con este esfuerzo sostenido en el tiempo para que hacia 2030 podamos tener iguales o mejores indicadores que los que tenemos en este momento. 

¿Qué le deja el estudio al territorio para tomar decisiones en los próximos años?


Lo que nos deja el estudio es que primero debemos tener una cultura del registro. Nosotros como Valle de Aburrá hemos sido juiciosos en la obtención de la información, pero había municipios que adolecían de esta característica. Lo importante es seguir motivando para que tengamos una buena cultura del registro. En la medida de que tengamos mejor información vamos a apuntar a una mejor toma de decisiones.  

Otro aprendizaje importante es que tenemos universidades muy capacitadas para hacer este tipo de trabajos como la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, que eso también nos da una garantía de la seriedad del estudio y sus conclusiones y que podemos seguir avanzando. 

Además, que es muy importante contar con un sistema de vigilancia en salud ambiental que también, no solamente en calidad del aire, sino en otros recursos podamos tomar esos registros para la toma de decisiones. Que podamos potenciar todo ese sistema con el observatorio y podamos seguir midiendo en el tiempo los efectos de las medidas tomadas para el control de la contaminación. 

La minería de datos que tuvo este estudio tuvo un reconocimiento en el Congreso Internacional de Epidemiología Ambiental, en Canadá, lo que es muy importante por la seriedad en el manejo de los datos. Y, como es de 2008 a 2015, continuar con la segunda fase que ya se desarrolla con las enfermedades crónicas. Ya seguimos con este proceso de registro para los años siguientes y la idea es dar continuidad a estudios de estas características y que se puedan potenciar en el tiempo. 

¿Qué deja el estudio en cuanto a la situación de Medellín y su Valle de Aburrá con respecto a otras ciudades del país y del mundo?


Este es el primer estudio epidemiológico de su tipo. Para nuestro contexto metropolitano es el primero que se hace por un tiempo tan prolongado teniendo en cuenta el tema de la contaminación atmosférica y la correlación con los episodios de contaminación. Comparados con lo nacional tenemos una cultura el registro, tenemos un PIGECA que es referente nacional. Todos estos estudios que están orientados hacia el cumplimiento del eje temático uno del PIGECA, pues lo que nos van diciendo es que vamos complementando esa gama de estudios y vamos en la ruta. 

¿Cuáles son las líneas de trabajo trazadas con el estudio?


Además de las cifras que arrojó el estudio, las medidas implementadas para la disminución de los contaminantes han sido efectivas y mientras más cohesión se tenga con esas medidas y más se pueda potenciar en el tiempo estrategias ambientales integradas vamos a reducir la disminución de los contaminantes críticos como el PM 2.5. Así vamos a proteger la salud de los habitantes en temas asociados a mortalidad y morbilidad. Hay que seguir potenciando estas medidas en el tiempo. Eso es muy importante.  

¿Qué le sigue al estudio en la segunda fase?


La primera fase fue de todos los eventos agudos de tipo cardiopatías y respiratorias. Tenemos una segunda fase que se trabaja con eventos crónicos, que se entregará antes de que finalice 2019. Nosotros estamos promoviendo desde la Dirección del Área Metropolitana, ante la Junta Metropolitana, la creación del Sistema del Vigilancia en Salud Ambiental. Eso va a ser muy importante para que se siga con la cultura del registro y podamos hacer una clara correlación entre la asociación que existe entre la contaminación del aire y los efectos en salud.