Los fenómenos de contaminación atmosférica no son exclusivos del Valle de Aburrá. Lo que sí estamos haciendo es gestionando de forma integral la calidad del aire para evitar que tengamos situaciones que nos lleven a una emergencia.

La crisis ambiental que viene enfrentando este Valle de Aburrá no es un asunto aislado, ni mucho menos un fenómeno propio de nuestro territorio. El mundo, en su conjunto, está hoy atrapado en la densa nube de su propio desarrollo y enfrenta problemas de contaminación del aire y efectos en la calidad de vida de sus habitantes como consecuencia de los daños en la salud.

La Organización Mundial de la Salud acabó de publicar los resultados sobre el impacto de la contaminación ambiental sobre las personas y estimó en 6,5 millones el número de muertes asociadas a la mala calidad del aire. De esa cifra, 1,2 millones son menores de cinco años y casi la mitad corresponde a personas mayores de 65 años, según la OMS.

Esa problemática mundial está asociada, y por lo tanto la solución también, al crecimiento desbordado y acelerado de los centros urbanos. El 92 por ciento de la población del mundo vive en zonas donde la mala calidad del aire supera los límites permitidos por la Organización Mundial de la Salud.

Hoy, el 66 por ciento de la población mundial vive en las grandes ciudades, y en 2050 esa cifra puede estar por encima del 75 por ciento, de no tomarse decisiones que reviertan el éxodo másivo de personas del campo a las grandes urbes, según cifras actuales de ONU Hábitat.

En América Latina esas cifras son más dramáticas. El 79 por ciento de su población vive actualmente en las ciudades y para 2050 podría ser del 85 por ciento, según estimaciones hechas por la Cepal en 2016. 

Con el crecimiento acelerado de los grandes centros urbanos se ha incrementado de forma exponencial el número de vehículos circulando por las calles, así como la construcción de un sinnúmero de viviendas e industrias en zonas donde antes había bosques y zonas de reserva natural, generando de paso miles de millones de toneladas de residuos que emiten a la atmósfera cantidades incalculables de material contaminante.

El Ideam publicó esta semana el informe sobre la generación de residuos peligrosos en 2015 y destacó que en ese año se generaron 409.000 toneladas, de las cuales solo el 39% son tratados, el 32% aprovechado y el 28% se les da disposición final. El Valle de Aburrá aparece en ese informe en el tercer lugar de Colombia con mayor producción de residuos peligrosos.

A esa realidad mundial del crecimiento acelerado de las ciudades hay que sumarle otro factor central en la problemática de la calidad del aire y es el que tiene que ver con las condiciones geográficas de los territorios. No es lo mismo tratar el tema de contaminación del aire en zonas de valles y sabanas abiertas que en valles montañosos y estrechos como el nuestro.

Hemos insistido en reconocer que habitamos el valle más grande y más estrecho del país, con condiciones de montaña complejos y factores metereológicos de humedad, lluviosidad, temperatura, velocidad y dirección del viento, estabilidad atmosférica, que hacen más difícil la evacuación de los contaminantes en este territorio metropolitano. No resulta casual que estemos enfrentando fenómenos de inversión térmica (cuando una capa de aire frío se ubica debajo de una capa de aire caliente, haciendo que los contaminantes no se dispersen) y que la contaminación del aire sea cada vez más compleja para la supervivencia en los territorios. 

Nuestro compromiso ético y de transparencia con el ejercicio de lo público nos ha permitido reconocer nuestros problemas. También estamos comprometidos en buscar las soluciones. No estamos encerrados en nuestra propia burbuja. Las medidas que está adoptando la comunidad internacional para revertir los daños provocados por la contaminación del aire son un referente para nosotros y hemos tomado nota de lo que están haciendo otras ciudades para enfrentar el problema.

En el Valle de Aburrá, con el liderazgo de la Junta Metropolitana, y en un diálogo abierto y concertado con el Gobierno nacional y Departamental, los gremios, la academia, los colectivos ambientales y la ciudadanía, estamos trabajando unidos en la definición y puesta en marcha de una batería de medidas de corto, mediano y largo plazos, que nos permitan revertir la situación ambiental que padecemos desde hace décadas, pero que urge resolver lo más pronto posible, pues está en juego la sostenibilidad en los territorios.

Ese diálogo permanente ha sido insumo central dentro de nuestro Plan Integral de Descontaminación del Aire del Valle de Aburrá​, dentro del cual se logró establecer un Protocolo para Episodios Críticos de Contaminación del Aire, cuyos alcances y etapas están desarrolladas en esta edición de “El Metropolitano”. 

No es ni será un proceso fácil, pues necesitamos mucho más tiempo del que hemos invertido para haber llegado a tan compleja situación de contaminación ambiental en los territorios. Será un proceso de largo plazo y cuya responsabilidad debe ser compartida por todos y cada uno de los actores, locales, regionales y globales.
     

Eugenio Prieto Soto

Director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá