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  • ​El trabajo articulado y concertado con todos los actores del territorio nos han permitido avanzar hacia la consolidación de un nuevo modelo de gobernanza para el Valle de Aburrá.

Dicen que la gratitud es el alma del corazón. Pues bien, hoy quiero decirles a todos de corazón que no tengo si no palabras de gratitud con quienes han acompañado este apasionante viaje por la integración y articulación del desarrollo sostenible del Valle de Aburrá.

Gracias a la Junta Metropolitana por su liderazgo y confianza en nuestra entidad. Gracias a la academia, que puso toda su capacidad instalada en el acompañamiento y consolidación de un modelo sistémico del conocimiento aplicado a la planificación sostenible y sustentable de los territorios. Gracias a los gremios, que entendieron que no es posible ser rentables, sin ser sostenibles y ambientalmente responsables con sus entornos. Gracias a los colectivos ambientales, que participaron activamente en la construcción colectiva de nuevos discursos y ampliaron de forma propositiva el debate sobre los grandes temas de ciudad. Gracias a la ciudadanía metropolitana, que cada vez más asume un papel protagónico y participativo en torno a las decisiones que debemos asumir a la hora de la corresponsabilidad con el planeta.

Gracias a todos los actores, públicos y privados, porque sin ellos no hubiese sido posible desatar el amplio diálogo y la concertación que se construyeron hacia una nueva Gobernanza metropolitana.

En estos cuatro años de gestión por los territorios integrados inteligentes del Valle de Aburrá convertimos en oportunidades colectivas lo que antes era visto como obstáculos o problemas. No todo está resuelto, pero sí podemos decir sin prepotencia que hoy tenemos mejores y más sólidos instrumentos para gestionar de forma más sostenible dichas problemáticas.

El diálogo ciudadano nos ha permitido aumentar la asociatividad de lo público con lo privado en torno a los propósitos del desarrollo de los territorios. Hemos llegado a construir acuerdos respecto de los problemas, oportunidades y visiones de futuro que se generan en ellos, pero en especial la posibilidad de resolverlos juntos. De eso se trata la Gobernanza que hemos consolidado en el Valle de Aburrá.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) asegura que “sin conversaciones públicas y privadas que tengan por objeto la sociedad no habrá aspiraciones colectivas”. Los diálogos ciudadanos buscan, precisamente, contribuir a crear las condiciones que permitan que en nuestro medio tengamos una visión compartida de nuestros problemas y, por ende, de nuestras posibilidades de desarrollo.

Ese diálogo ha tenido dos pilares fundamentales: la confianza y el conocimiento.

Y cuando hablamos de confianza nos referimos a la capacidad que tenemos de reconocer nuestros problemas y de buscar, entre todos, las soluciones. Por eso hemos dicho que fue fundamental convertir el Área en una entidad gestora del desarrollo sostenible y que no siguiera viéndose como una entidad meramente funcional.

Para gestionar, el relacionamiento franco y respetuoso con todos los actores, en todos los niveles, era un imperativo. Y el conocimiento, por ende, era el insumo central de esa conversación, porque las decisiones no se tomaron sin el rigor técnico y la evidencia científica que las soportaran.

Así las cosas, estos cuatro años han sido apasionantes, dinámicos, complejos, pero enormemente satisfactorios para el Área Metropolitana como esquema asociativo territorial, conectado con las realidades de su propio entorno, pero también capaz de ver más allá de sus fronteras y tejer un relacionamiento institucional y ciudadano con el resto del Departamento, del país y de la comunidad internacional, que ahora, con justicia, nos miran con interés y respeto por lo que hemos venido haciendo en torno a la sostenibilidad.
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Una sostenibilidad que no comienza ni termina con una administración, sino que necesita miradas de continuidad y visiones de corto, mediano y largo plazo. Esa ha sido nuestra apuesta. Debe ser la apuesta de todos.