Nuestra ruta es la sostenibilidad y el instrumento para lograrla será siempre el diálogo y la articulación con todos los actores de la región.

El proceso de diálogo​​​​​ y concertación que comenzamos desde el primer día de nuestra gestión en los Territorios Integrados ha estado marcado por la participación activa de los actores, públicos y privados, la academia, los empresarios, los líderes sociales y la ciudadanía. Uno de ellos, además símbolo de trabajo y dedicación por la educación y el progreso regional y del país, ha sido la Fundación para el Desarrollo Proantioquia, cabeza visible del Programa Medellín Cómo Vamos (MCV), donde tienen asiento otras ocho entidades privadas. 

Hace pocos días, el Programa MCV nos entregó un completo documento de análisis sobre los diagnósticos que resultaron de tres mesas de trabajo adelantadas en 2016 sobre temas estratégicos y punto misional del Área Metropolitana del Valle de Aburrá: Planeación, Gestión Ambiental y Movilidad. 

El documento Gobernanza Metropolitana del Valle de Aburrá resulta, como todos los producidos por MCV, un invaluable aporte al objetivo central de nuestro trabajo, como quiera que fortalece la articulación e integración del territorio en un modelo asociativo capaz de resolver los desafíos y oportunidades que significan el nuevo ordenamiento territorial dentro del fenómeno de las aglomeraciones.

El Área Metropolitana, como esquema asociativo territorial, puede dar muestra de lo valioso y trascendental que ha sido para el territorio del Valle de Aburrá haber podido trabajar unida con el resto de municipios que la conforman. Durante ya casi 37 años de existencia, nuestra entidad no sólo es un ejemplo regional, sino para el país y para América Latina, que destaca su liderazgo y visión en términos del Ordenamiento Territorial.

Hemos insistido en que la asociatividad, en vez de debilitar la autonomía de los municipios, la fortalece y la consolida. El poder definir cuáles son los temas y agendas que sobrepasan los límites administrativos de cada jurisdicción y abordarlos desde una visión compartida no puede ser más estratégico y sistémico para ellos mismos que estar inmersos en sus propias dificultades.

Haber definido el macroproblema de este territorio como el “bajo nivel de articulación y concertación para el desarrollo sostenible y sustentable, la equidad humana y territorial, la convivencia y la paz en el territorio metropolitano”, es parte del avance significativo que hemos logrado de la mano con los demás actores de la región, entre ellos MCV y Proantioquia. 

Son ellos, entre muchos otros aliados estratégicos, los que han hecho posible caminar hacia el objetivo central de nuestro Plan de Gestión: Lograr un alto nivel de articulación y concertación para el desarrollo sostenible y sustentable, la equidad humana y territorial, la convivencia y la paz en el territorio metropolitano. 

Las conclusiones que arroja el trabajo de MCV no nos sorprenden. Por el contrario, nos ratifican que el camino que hemos trazado es el adecuado: la asociatividad que nos permite trabajar por la sostenibilidad. Y para nosotros, la sostenibilidad no sólo es ambiental, sino que también es económica y social. En Eugenio Prieto Soto Director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá otras palabras, nuestra visión del desarrollo es la equidad, con el ser humano en el centro de las decisiones. 

Las propuestas resultantes de las tres mesas de trabajo con el Programa MCV encuentran buena parte de sus respuestas en lo que venimos haciendo con los talleres y los diálogos ciudadanos para la formulación del Plan Estratégico Metropolitano de Ordenamiento Territorial, PEMOT. Siendo importante saber cómo vamos es imperativo preguntarnos y encontrar respuestas al ¿hacia dónde vamos? La razón: debemos construir procesos y tener miradas de largo plazo.

De ahí la importancia de nuestro PEMOT, porque es sistémico, multiescalar y multidimensional. Va desde lo local hasta lo regional, pasando por lo nacional y lo internacional. Lo que hemos llamado lo Glocal. No podemos pensar en el largo plazo si no incluimos en nuestra visión de los territorios las dinámicas y las oportunidades del Departamento, el país y el Continente. 

Las leyes que nos dan sustento normativo como esquema asociativo son leyes de mínimos y necesitamos más y mejores instrumentos para avanzar en la planificación y el ordenamiento territorial, sobre todo cuando los períodos de gobierno son de tan corta duración, cuatro años. 

Para superar esa realidad, los territorios necesitan y demandan con urgencia planes de largo plazo que sean capaces de sobrepasar las disputas políticas y las visiones individualistas que en ocasiones se presentan con cada cambio de administración. La asociatividad es la ruta, pero el paso más importante es romper con los sistemas centralistas y recentralistas que aún hoy no permiten la consolidación de las autonomías locales. Ahí está el reto de la nueva agenda urbana.

Eugenio Prieto Soto

Director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá