​​​​​

El rector de Eafit, Juan Luis Mejía, fue propuesto por la academia como el primer coordinador de lo que será un nuevo instrumento de discusíon y diálogo entre todos los actores del territorio: la Escuela de Ecología Urbana. El exministro y cabeza del G8, que agrupa a ocho de las más importantes universidades del Valle de Aburrá, destacó esta iniciativa y aseguró que es fundamental fortalecer la arquitectura institucional de la región metropolitana. Mejía advirtió sobre la necesidad de acordar los mínimos en temas ambientales. 

Si una escuela necesita un rector, este Valle de Aburrá necesita un maestro visionario. Pero como la escuela que ha concebido el Área Metropolitana va más allá de tener un edificio moderno y aulas repletas de asientos y tableros, parqueaderos y cafeterías, el modelo que se propone es convertir el territorio mismo en una gigantesca aula abierta para el conocimiento, el diálogo, la concertación, la participación ciudadana y el intercambio colectivo de nuevas experiencias en torno al desarrollo sostenible y la sustentabilidad. En otras palabras, una ciudad como Escuela de Ecología Urbana.

Y esa Escuela, que fue presentada en sociedad el pasado 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente dedicado al tema del aire, no pudo tener un mejor rector para iniciar su consolidación: Juan Luis Mejía, exministro de Educación, y cabeza visible, no sólo de la Universidad Eafit, sino del llamado G8, que agrupa a ocho de las grandes universidades del territorio metropolitano.

Y Juan Luis siempre nos pone a pensar como sociedad. En su intervención ante sus pares rectores del G8 y de un selecto grupo de líderes, encabezados por el Procurador General de la Nación, Fernando Carrillo, el ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, y el director del Área, Eugenio Prieto Soto, el maestro Juan Luis desglosó el tridente Escuela, Ecología y Urbano.

Para él, Escuela es un concepto que debe aplicarse como unidad de pensamiento y, por fortuna, ahora hay un movimiento de intelectuales convencidos de la necesidad de construir un nuevo modelo de ciudades sostenibles, inteligentes e innovadoras.

Y para lograrlo, en palabras del rector de Eafit, es preciso traer a presente una frase de un profesor catalán que asegura que más que tener una red de universidades, hay que poner a las universidades a trabajar en red.

Eso se traduce en lo que el director del Área Metropolitana, Eugenio Prieto Soto, llama diálogo entre actores y gobernanza metropolitana. Un diálogo de saberes con amplio espectro participativo desde la academia, los sectores empresariales y los gremios, los líderes sociales y la ciudadanía.

La Escuela de Ecología Urbana es una prolongación del trabajo articulado que se viene dando en el Valle de Aburrá desde que comenzó todo el proceso de formulación del Plan Integral de Gestión de Calidad del Aire (PIGECA) como respuesta unificada a las problemáticas generadas por la contaminación atmosférica en los territorios conurbados, fenómeno que no es exclusivo de este Valle, sino de muchas otras ciudades del país y del resto del mundo, pero que por las condiciones geomorfológicas y la variabilidad climática que se presentan en él, producen más efectos sobre la sostenibilidad ambiental y humana.

Esta Escuela de Ecología Urbana es una respuesta seria y de largo plazo al creciente deterioro ambiental de los ecosistemas urbanos y un paso seguro hacia su Re-generación, una fórmula hacia la sostenibilidad. Esa capacidad de resiliencia que hemos mostrado como una sociedad que no se doblega a las dificultades, hay que convertirla en una resiliencia en torno a nuestros ecosistemas, según el director del Área.

De ahí que cobren fuerza las afirmaciones del doctor Juan Luis Mejía cuando asegura que los modelos existentes de planificación se dedicaron en las últimas décadas a construir edificios y no ciudades. Y, de paso, hay más sociedad que Estado, que sólo llega a resolver problemas y no a prevenirlos ni anticiparlos.

Por eso la importancia de esta Escuela de Ecología Urbana como un tanque de pensamiento que ayude a tomar decisiones con fuerza de pronóstico. Que como ciudadanos pasemos de la conciencia a la acción.

Para el ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, es derrotar la “tragedia de los comunes”, esa que durante años nos llevó a pensar que nuestras acciones tienen consecuencias individuales y no colectivas. Actuar sin conciencia cada vez que decidimos usar el carro privado y no el sistema masivo, o que podemos consumir sin control sin tramitar con responsabilidad la generación de residuos y la contaminación del recurso hídrico.

Lozano aseguró que la Escuela de Ecología Urbana, otro hito del liderazgo del Área y de su institucionalidad, cambiará los hábitos de los individuos y hará posible aquello de “producir conservando y conservar produciendo”, una de las premisas del Plan de Desarrollo “Pacto por la Equidad” del Presidente Iván Duque.

Para lograr ese cambio de paradigma y de ADN social, Juan Luis Mejía da pistas de cuál debe ser el camino. Es urgente, dice, modernizar la concepción misma de institucionalidad, porque los tiempos en que nos pensamos como sociedad han cambiado y seguirán cambiando a velocidad de crucero. Hacia allá es que hay que ir.

Por eso, más que escuela como institución, es la concepción de escuela como unidad de pensamiento, como movimiento intelectual, lo que debe primar, según Mejía, porque ya existen las instituciones y lo que falta es ponerlas a trabajar hacia un objetivo común. Cómo convivir en una urbe pese a la ecología que hemos destruido dentro de ella.

El ministro Lozano contribuye como científico en esa línea y dice que el camino de la Escuela de Ecología Urbana, entonces, es el de buscar soluciones concertadas y no las que alientan el conflicto, porque Colombia no puede pasar la página del conflicto armado y darle paso a un nuevo conflicto: el socioambiental.

Se refiere a la visión fraccionada y no pocas veces individual del desarrollo. A la supremacía de intereses personales por encima de los colectivos. A contradicción permanente entre economía y sostenibilidad, sin pensar que no son excluyentes, sino complementarias.

En otras palabras, retomando a Juan Luis Mejía, “el ambiente es un permanente encuentro con los mínimos”. 

No se trata de sostener ni de sustentar, ni de mantener el “statu quo”, sino de mejorar. Hacer válida esa concepción de los africanos que dicen que “el mundo no es una herencia que nos dejaron nuestros padres, sino un préstamo que nos hacen nuestros hijos”.

La Escuela de Ecología Urbana es eso, un compromiso con las futuras generaciones que están esperando, y merecen, que les entreguemos un mundo mejor al que nos prestaron.

“En ponernos de acuerdo sobre objetivos comunes es lo que nos permitirá asegurar nuestra supervivencia”.

Juan Luis Mejía 

Rector de EAFIT