La capacidad técnica, científica, institucional, articuladora y gestora del desarrollo sostenible del Valle de Aburrá ha sido puesta a prueba ante los desafíos y oportunidades que para las grandes urbes representan las dinámicas ambientales y sociales asociadas a la calidad del aire, la protección del recurso hídrico, la reforestación, el espacio público y la mitigación al riesgo por cambio climático.

Una capacidad que tiene un reto mayor si se tiene en cuenta la condición geomorfológica del territorio del Aburrá, que es un valle estrecho y montañoso, superpoblado y construido bajo un modelo de ocupación que estaba pensado para el pasado y no para el futuro.

De ahí la importancia de avanzar, como se ha venido haciendo, en la construcción colectiva y participativa de todos los actores en la definición de un nuevo modelo de ocupación que administre lo que ya está construido, pero en clave de una nueva gobernanza metropolitana que responda a las oportunidades locales, sin desconocer las interdependencias con lo regional, lo nacional y lo global.

Esta edición especial de El Metropolitano va en esa dirección. Fortalecer el diálogo y la concertación como instrumentos fundamentales en la articulación sostenible del desarrollo como metrópoli y comprometer la participación de todos para darle respuesta a una pregunta central: ¿Qué territorio queremos?

La creación de la Escuela de Ecología Urbana y la consolidación de un modelo de gobernanza de la calidad del aire a través del PIGECA son dos de las muchas acciones que el Área Metropolitana viene adelantando en procura de garantizar que la equidad humana y territorial es el camino para mitigar las asimetrías resultantes del modelo de planificación con el que se construyeron las grandes ciudades y las aglomeraciones urbanas.

Esta es otra apuesta colectiva de cara al futuro y de ella hacemos parte todos. Aquí están las voces y las iniciativas interinstitucionales que nos permiten soñar con un mejor territorio y, de paso, nos ponen ante los ojos del mundo como un gran laboratorio de innovación social, ahora que somos sede para América Latina de la Cuarta Revolución Industrial.

Una revolución que tiene muchos componentes, pero un solo protagonista: la ciudadanía.

Eso está en el ADN de la Escuela de Ecología Urbana que este 5 de junio presentamos en sociedad como un paso más en la gestión sistémica de la calidad del aire y por la sostenibilidad de los territorios integrados. El conocimiento y la confianza al servicio del ser humano.